"Yo sí te creo, Christine Blasey Ford". Esas han sido las palabras de Alyssa Milano en defensa de la profesora que ha acusado a Brett Kavanaugh, el candidato de Donald Trump a liderar la Corte Suprema estadounidense, de intentar violarla en los 80 durante su paso por el instituto.
Después de que Donald Trump publicase un tuit demandando que Ford presentase públicamente la denuncia que, según el presidente, debería haber hecho en el momento del ataque contra su integridad sexual, la actriz ha dado un paso al frente para hablar de victimización secundaria, al hilo del acoso sexual que sufrió siendo también una adolescente y las razones por las que no lo denunció.
"Fui acosada sexualmente dos veces, una cuando era una adolescente. Nunca rellené un informe policial y me llevó 30 años contárselo a mis padres", ha contestado al magnate a través de su perfil en la red social. En un artículo para Vox, la que fuera Phoebe en 'Hechiceras' ha explicado detalladamente su experiencia y lo que le impidió informar a las autoridades del asunto.
Hey, @realDonaldTrump, Listen the fuck up.
? Alyssa Milano (@Alyssa_Milano) 21 de septiembre de 2018
I was sexually assaulted twice. Once when I was a teenager. I never filed a police report and it took me 30 years to tell me parents.
If any survivor of sexual assault would like to add to this please do so in the replies. #MeToo https://t.co/n0Aymv3vCi
El estigma social
"Muchos de nosotros sabemos de sobra que lo ha dicho el presidente Trump no es verdad. Las víctimas de acoso sexual a veces no denuncian lo que ha pasado porque saben perfectamente que nuestras historias, raramente, son tomadas en serio o creídas. En lo que respecta a las conductas sexuales inadecuadas, nuestro sistema está roto", ha reflejado así Milano en el escrito que a las víctimas se les somete a una doble victimización cuando las autoridades competentes las vuelven a culpar a ellas de lo que sufrieron, algo que Christine Blasey Ford también está viviendo tras las palabras de Trump.
"Después del ataque, me llevó años verbalizar la experiencia y contárselo a mis amigos más cercanos. Tardé tres décadas en decirle a mis padres lo que me había ocurrido. Nunca rellené un informe policial. Nunca hablé con los agentes de policía. Nunca intenté encontrar justicia para mi dolor porque nunca tuve opción. Para mí, hablar de ello significaba revivir uno de los peores momentos de mi vida, reconocer la existencia de mi agresor cuando sólo quería olvidar por completo que podía seguir caminando en la Tierra. Esto es por lo que pasa cada superviviente. Contar nuestros testimonios significa exponerse al ridículo y a ataques públicos cuando nuestro único "crimen" es ser agredidos sexualmente en primera instancia".