VAMOS AL TEATRO

'Romeo y Julieta': Así es la oscura y radical relectura protagonizada por Tom Holland y Francesca Amewudah-Rivers

Conseguí una entrada buenísima a última hora y pude ver la obra de teatro de la que todo el mundo habla en Londres. ¿Cómo lo hace Tom Holland? ¿Cómo es la adaptación? ¿Merece la pena?

Por Pedro J. García Más 14 de Junio 2024 | 18:20
Redactor y crítico pop. Me apasiona la animación y veo series por encima de mis posibilidades.

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Tom Holland y Francesca Amewudah-Rivers son los nuevos amantes de Verona
Tom Holland y Francesca Amewudah-Rivers son los nuevos amantes de Verona (Marc Brenner / The Jamie Lloyd Company)

Cuando allá por febrero salieron a la venta las entradas para la nueva versión de 'Romeo y Julieta' protagonizada por Tom Holland en los escenarios londinenses (por aquel entonces todavía no habían anunciado a su Julieta), intenté hacerme con una, pero fue... lo imposible. Como si del Eras Tour se tratase, las entradas se agotaron en cuestión de dos horas e inmediatamente se convirtió en la obra más esperada y solicitada del West End. El "hottest ticket in town", que lo llaman en inglés.

El 13 de mayo comenzaron las representaciones de la obra dirigida por Jamie Lloyd, que se extenderán hasta agosto de este mismo año. Había perdido la esperanza de verla, pero entonces se obró el milagro. En una visita a Londres por trabajo el pasado 5 de junio, me dio por mirar en la web oficial de 'Romeo & Juliet' (casi por masoquismo y sin esperanza) y habían liberado entradas de última hora. Es más, quedaba solo una y estaba considerablemente rebajada. No me lo podía creer: "¡Voy a ver 'Romeo y Julieta'!".

Cartel promocional de 'Romeo & Juliet'
Cartel promocional de 'Romeo & Juliet' (The Jamie Lloyd Company)

Aun con un cuantioso descuento, la entrada fue desproporcionadamente cara. Los precios oscilan entre las 65 y las 345 libras. Las más baratas, evidentemente, volaron enseguida, y si aparece alguna suelta cerca de la representación, suele ser prohibitiva. La suerte, sin embargo, quiso que encontrase una entrada de 295 rebajada a 195. Lo dicho, un pastón igualmente, pero relativamente hablando, me salió hasta "barata", sobre todo para lo buena que era: fila 10 en el patio de butacas con una visión estupenda para no perder detalle de todo lo que aconteciera sobre el escenario.

Llegué al céntrico teatro Duke of York una hora antes de la función. Había leído que era aconsejable ir bastante pronto, porque solía haber aglomeraciones en la entrada y se formaban largas colas para entrar, pero yo no vi nada de eso (a la salida para ver a Holland marcharse del teatro sí, como se puede ver en los vídeos que se comparten todos los días tras cada representación). Mi entrada al teatro y mi espera en las zonas de descanso del edificio fue muy tranquila. El ambiente era agradable y relajado. Pude ver a un adolescente con una mochila de Spider-Man y a un grupo de chicas que claramente iban a la obra para ver a su ídolo/crush, pero en general, la audiencia era diversa y de todas las edades.

Una vez sentado pude confirmar a ciencia cierta la suerte que había tenido. Tenía una perspectiva privilegiada del escenario, fuertemente iluminado y cerrado con una verja, tras la cual se podía leer la palabra "Verona" en letras enormes. Mientras esperábamos a que comenzase la obra, sonaba música electrónica/tecno y el teatro se llenaba de humo (juraría que olía a maría, pero eso ya no sé si era cosa de Jamie Lloyd, alguien que venía de fumar fuera o que yo me metí demasiado). La ambientación más dura y urbana del teatro avanzaba una versión muy diferente de la icónica tragedia romántica de William Shakespeare.

Minutos antes del espectáculo
Minutos antes del espectáculo (eCartelera)

De repente, las luces se apagaron de forma abrupta y comenzó el espectáculo. La tónica general durante la función fue esa. Nada de complacencias, nada de avisos, directos al grano. La obra se presentaba desde un primer momento como la antítesis a lo amable. Si crees que vas a ver la historia de los amantes desventurados que conoces, estás equivocado. Desde el primer segundo queda claro que esta es una 'Romeo y Julieta' muy diferente, una que subraya por encima de todo sus "gozos violentos".

Esa es la línea de Jamie Lloyd, director británico que, a través de su compañía (The Jamie Lloyd Company) se ha labrado un nombre en el mundo del teatro gracias a sus transgresoras relecturas de libretos clásicos y su estilo minimalista, radical y arriesgado. Entre otras, ha adaptado 'Traición' con Tom Hiddleston, 'Cyrano de Bergerac' con James McAvoy, 'Casa de muñecas' con Jessica Chastain o 'Sunset Boulevard' con Nicole Scherzinger.

En 'Romeo y Julieta', Lloyd continúa experimentando con el lenguaje teatral para llevarlo fuera de sus confines. Incorpora elementos de vídeo que muestran parte de la acción ocurriendo en directo fuera del escenario (en el bar del teatro, en la azotea o entre bambalinas), despoja la tarima de decorado para dejarla vacía salvo por varios micrófonos de pie y las cámaras, que siguen en momentos puntuales a los actores para captar sus expresiones en primeros planos y proyectarlas en la pantalla. Y viste a sus actores con ropas sobrias, impersonales y oscuras. Todo para poner el foco en la palabra, la expresión y la interpretación.

Romeo, ¿por qué eres tú Romeo?
Romeo, ¿por qué eres tú Romeo? (Marc Brenner / The Jamie Lloyd Company)

Tom Holland no tarda en aparecer en el escenario, causando revuelo momentáneo en las butacas (las chicas de la fila de atrás a la mía empezaron a sollozar nerviosas al verlo, pero pronto se calmaron, y el púbico fue muy respetuoso en general). La primera vez que vemos a Romeo, su expresión está desencajada por el llanto. Está roto y lleva el corazón en la mano (metafóricamente), reflejando el dolor y la sensación de tragedia inminente que va a vertebrar las siguientes dos horas. Al actor no le hace falta más para demostrar que este no es un reto que se esté tomando a la ligera, sino que está decidido a dar el 200% en cada función. No obstante, las críticas a su trabajo no han sido muy entusiastas, con alguna que otra valoración negativa. Y es que los hay que no han conectado con su Romeo "llorica", aunque reducir su interpretación a ese único rasgo es muy injusto.

Holland lo da todo, se deja la piel en el escenario y demuestra mayor versatilidad dramática de la que muchos han querido ver. Sí, su Romeo es intenso y lastimoso (es el tono general de la obra), pero también borda los escasos pero muy agradecidos momentos de ligereza y humor de la misma, así como transmite convincentemente su condenado enamoramiento de Julieta y el dolor trágico que conlleva. Su presencia en el escenario es firme. Su voz suena diferente y nos permite descubrir nuevos matices en su rango interpretativo. Lo que hace no se puede subestimar. Se pierde en Romeo.

Los gozos violentos de 'Romeo y Julieta'
Los gozos violentos de 'Romeo y Julieta' (Marc Brenner / The Jamie Lloyd Company)

Su compañera de escena, Francesca Amewudah-Rivers, es una Julieta cool, una revelación llena de sensibilidad y fiereza que reconfigura por completo el personaje para alejarlo del prototipo de damisela enamorada. Pero sobre todo es brillante transmitiendo la profunda tristeza que recorre toda la obra, con varios monólogos de esos que ponen la piel de gallina. Eso sí, su conexión con Holland se me antojó intermitente. En algunas escenas se puede sentir la química, en otras parece que no están en la misma sintonía.

Más allá de los dos protagonistas, todo el elenco pisa las tablas con fuerza. Ni una fisura, ni un paso en falso. Quiero que destacar, eso sí, a dos rostros televisivos que aquí se convierten por derecho propio en robaescenas oficiales, Freema Agyeman ('Doctor Who', 'Sense8'), que interpreta a la Enfermera, la figura materna de Julieta, y Nima Taleghani (el señor Farouk en 'Heartstopper'), que hace de Benvolio Montesco, primo de Romeo. Precisamente son ellos dos los que aportan las principales notas de humor de la obra. Aunque también saben cómo desgarrarte cuando llega el momento (sobre todo Agyeman, sublime), los dos ejercen como alivios cómicos excelentes, ayudando a sobrellevar la angustia y pesadumbre que define a esta versión de una de las obras más célebres del Bardo de Avon.

"¡Oh, transgresión, dulcemente urgido!"

Porque hay que insistir: pese al reclamo de Holland (una estrella global que ha construido su carrera a base de grandes franquicias y lleva un tiempo intentando desencasillarse asumiendo desafíos interpretativos que lo saquen de su zona de confort), definitivamente esta 'Romeo y Julieta' no es para todo el mundo. Es brusca, desconcertante, sorprendente, violenta, subversiva. Tan rupturista como la versión cinematográfica de Baz Luhrmann, pero en el lado opuesto del espectro. Su propuesta es de marcada crudeza. Su romanticismo áspero, y su puesta en escena oscura (literalmente, hay algún momento en que el teatro se queda en total oscuridad) y agresiva (te sobresalta con el sonido y te incomoda con la luz).

Pero precisamente ahí radica el valor principal de esta 'Romeo y Julieta', que busca muy deliberadamente reescribir la historia desde una perspectiva diferente, provocadora y estimulante. Aunque pierde fuerza en su segundo acto, resulta fascinante asistir al experimento, aceptar el reto de sumergirse en los versos de Shakespeare a la vez que miramos al abismo, con modificaciones anacrónicas, pero sin distracciones excesivas (imprescindible saber inglés, por supuesto), delegando Lloyd en nosotros la labor de proyectar lo que no vemos en el escenario, incluso de imaginar la acción y el movimiento.

Tom Holland en escena
Tom Holland en escena (Marc Brenner / The Jamie Lloyd Company)

Como experiencia teatral, 'Romeo y Julieta' te envuelve completamente y te sacude, culminando en un clímax que reconfigura los códigos de la obra original aprovechando el conocimiento que tenemos de ella en la consciencia colectiva para obviar, una vez más, las florituras y concentrar toda la atención en los actores. Es un ejercicio que, si has entrado desde el principio, puede resultar absolutamente catártico. Pero sobre todo, es la prueba de que la obra de Shakespeare nunca dejará de reinventarse.

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