El pasado martes 24 de febrero, Riz Ahmed y Jessica Williams leyeron la lista de nominados y nominadas a los próximos Oscar y aunque entre todos los nombres destacan varios olvidos y sorpresas, la candidatura de Andrea Riseborough como mejor actriz por 'To Leslie' fue la que desencajó más mandíbulas. Cate Blanchett ('Tár') y Michelle Yeoh ('Todo a la vez en todas partes al mismo tiempo') tenían su nominación asegurada; lo de Ana de Armas se podía ver venir, ya que la crítica y el público defenestró 'Rubia', pero siempre reconoció su trabajo; y Michelle Williams ('The Fabelmans') no destacaba en las quinielas, pero ya había sido nominada en los Critics Choice Awards, los Globos de Oro y los SAGs. Lo más curioso es que la nominación de Danielle Deadwyler ('Till: Justicia para mi hijo') parecía también garantizada y Viola Davis ('La mujer rey') debía ser la que diese la sorpresa, sin embargo, ambas se han quedado fuera, dejando una categoría sin una sola mujer negra.
Por supuesto la falta de diversidad (a pesar de la presencia de Yeoh) ha generado gran controversia y muchas críticas, acusando a Riseborough de haber ocupado este espacio gracias a sus muchos contactos en la industria y al nepotismo racial. Está claro que el hecho de que los mayores premios del cine no reconozcan el trabajo de los interpretes negros (en la categoría de mejor actor son todos blancos) está mal, pero sería responsabilidad de la Academia y no de los propios actores y actrices, ni siquiera de quienes votan a ciegas, asegurarse de que se cumplen la representación e inclusión que promueven las bases de los Oscar. Entonces, ¿qué ha hecho Riseborough para que su campaña por la nominación pueda considerarse ilegal según las normas de la Academia? Tal presión que puede considerarse lobby.
Mientras que Davis y Deadwyler contaban con campañas bien financiadas por Sony y MGM/Amazon, la distribuidora de 'To Leslie' es mucho más pequeña y no disponía del mismo presupuesto para impulsar su candidatura. Así pues, y según recoge Puck, el equipo de la película tiró de agenda para pedir a sus contactos que, en primer lugar, viesen la película y en segundo que, si les gustaba, lo dijesen en sus redes sociales, pero que lo dijesen mucho. Dentro de la reglas de la Academia sobre lo que se puede y no se puede hacer para promocionar las películas elegibles para los premios, la segunda norma habla de la cantidad de mails y correos ordinarios que se pueden enviar semanalmente y su contenido, mientras la décima estipula directamente que "Queda expresamente prohibido contactar a los miembros de la Academia directamente y de una manera fuera de los términos de estas reglas para promocionar una película o un logro para la consideración del Premio de la Academia" (en la primera además se prohibe emborrachar a los académicos y académicas que acudan a las proyecciones organizadas por las distribuidoras).
Al parecer, y esto es algo que la Academia pretende estudiar, Riseborough, Mary McCormack (mujer de Michael Morris, director de 'To Leslie') y Jason Weinberg (el agente de Riseborough) fueron incansables a la hora de solicitar apoyos a sus amigos y conocidos, pidiéndoles explícitamente que publicasen algo sobre la película cada día. Y luego está el asunto de Frances Fisher, otra actriz que ha estado haciendo una fuerte campaña a favor de la película y Riseborough en redes aunque aparentemente no tiene relación profesional directa con ellas.
En una de sus publicaciones, Fisher incluyó un texto que apelaba directamente a los académicos y rezaba: "Andrea Riseborough puede asegurar su nominación al Oscar si 218 (de 1.302) actores la nominan como mejor actriz en la primera posición. Parece ser que Viola, Michelle, Danielle y Cate están aseguradas por su excelente trabajo". Según la norma 11 del reglamento, "no se tolerarán anuncios, correos, sitios web, redes sociales (incluidos Facebook y Twitter) o cualquier otra forma de comunicación pública por parte de cualquier persona directamente asociada con una película elegible que intente arrojar una opinión negativa o despectiva sobre una película o logro de la competencia. En particular, queda expresamente prohibida cualquier táctica que señale a «la competencia» por su nombre o título".
Si se demuestra que Fisher no tiene realmente ninguna implicación con 'To Leslie', la actriz tendría por supuesto derecho a expresar sus propias opiniones como cualquier persona, pero si alguien desde dentro de la película le ha pedido expresamente que lo haga o le ha proporcionado material y acceso al mismo para su pequeña campaña, se podría alegar que se ha violado la decimoprimera regla y podría llegarse a la retirada de la nominación.
Los precedentes
La regla anti-lobby surgió en los años 90, cuando Fine Line Pictures contrató a una compañía para que llamasen a todas las personas con derecho a voto en los Oscar en favor de 'Shine', protagonizada por Geoffrey Rush, quien finalmente se llevó la estatuilla. Este tipo de presión para colocar sus películas entre las premiadas era también táctica habitual de Harvey Weinstein, aunque sus métodos eran un poco diferentes. En 2014 la Academia decidió rescindir la nominación de Bruce Broughton a mejor canción por el tema principal de 'Alone Yet Not Alone' porque había presionado a más de 70 miembros a través de correo electrónico. Por ahora ese es el precedente con el que se juzgará el caso de Riseborough.
Así dicho parece que la Academia considera que está peor pedirle directamente a alguien que valore tu trabajo que hacer grandes campañas de publicidad que suponen un bombardeo constante y que cuestan mucho dinero, aunque cualquier nominación salga de una mezcla entre calidad, el posicionamiento de una obra y por supuesto cuestiones políticas. Y también es verdad que se estipula que, al margen de la campaña de mails, se han organizado proyecciones, paneles y encuentros con el equipo de 'To Leslie' para su consideración por valor de 50.000 dólares. Lo peculiar de este caso no es en sí la maniobra para llamar la atención sobre una película con llamadas y contactos, es que normalmente de este tipo de acciones se ocupan empresas de marketing y las personas directamente implicadas en la parte artística prefieren quedarse al margen y no rogar por su propia visibilidad. Aquí, ha sido directamente su protagonista la que ha tirado de favores sin rubor y, por lo que parece, ha funcionado, poniendo a la Academia en una interesante encrucijada.