Matthew Vaughn no se ha cansado todavía de los espías después de tres entregas de 'Kingsman'. El director de 'Kick-Ass' deja en el banquillo esta vez a los sastres con licencia para matar e inicia una nueva historia con un nuevo personaje, también ligeramente inspirado en James Bond. Solo que con un pequeño giro: en realidad 'Argylle', el personaje que da nombre a la película, no es el protagonista.
Que la pieza central de esta historia sea Elly Conway, la escritora de las aventuras de Argylle, personaje literario como el agente creado por Ian Fleming, es solo uno de los muchos giros de guion que esconde esta película. Jason Fuchs ('Wonder Woman') se ha puesto muy juguetón con el guion, obligándonos a estar alerta todo el rato porque sin duda en 'Argylle' nada es lo que parece.
Los giros empiezan desde el propio génesis de esta producción, sobre todo a raíz de esos rumores que pretenden dar con la identidad de la verdadera Elly Conway, autora del libro real en el que supuestamente se basa la cinta. Haya sido una estrategia de marketing buscada o no por parte de Vaughn y su productora, el objetivo de la película no es ni mucho menos ese, sino que su intención es mucho más simple: es la típica historia de una persona anodina atrapada en el peligroso mundo de los agentes secretos.
'Argylle' ha tenido la mala suerte de llegar poco después de 'La ciudad perdida' (que ya era una reimaginación loca de 'Tras el corazón verde'). Esa persona de a pie es una novelista que resulta que escribe tramas demasiado parecidas a la realidad. La de Sandra Bullock tenía un sentido del humor que 'Argylle' no llega a buscar. Matthew Vaughn prefiere meterse más en un juego de sombras, desarrollando esa aparente clarividencia de Elly respecto a una conspiración real como si fueran capas de una cebolla podrida de mentiras.
Y en general funciona bastante bien. Los giros son bastante tópicos del género del espionaje y se pueden deducir con bastante facilidad, aunque siempre será mejor vivirlos a que te los cuenten. Y ayudan a sacudir la trama lo suficiente para mantener todo lo posible el ritmo de una película que se va más allá de las dos horas y que le habría sentado muy bien un poco de tijera. Tanto "plot twist" acarrea también esa sensación de tener cinco clímax que no terminan de cuajar tan bien como lo hizo, por ejemplo, el de la primera 'Kingsman'.
Hablando de 'Kingsman', 'Argylle' quiere ser un ente independiente de las aventuras de Eggsy pero también se notan mucho las similitudes por tener al mismo "padre". En esta comparación también se queda algo atrás por apostar por menos humor ácido o violencia extrema. A 'Argylle' le falta pasárselo mejor consigo misma, y eso que hay alguna escena en la que Matthew Vaughn intenta mucho volarnos la cabeza igual que con 'Kingsman'.
Quienes se lo pasan muy bien son muchos de los actores y actrices del elenco, empezando por Bryce Dallas Howard y Sam Rockwell. Ella encuentra en 'Argylle' un gran vehículo de lucimiento, encabezando un reparto tan estelar como este sin problema y atreviéndose con cada locura en la que deciden meter a Elly. Su química con Aidan, el espía al que encarna Sam Rockwell es muy resultona, y él también derrocha gracia como el encargado de guiar a la novelista por los difíciles mundos del espionaje internacional. Completando el trío tenemos al gato Alfie, del que se podía esperar más.
Dentro del impresionante plantel de secundarios destacan una siempre maravillosa Catherine O'Hara y un estupendo Bryan Cranston. Henry Cavill a veces consigue romper ese cortafuegos que en ocasiones parece tener instalado y logra dar un Argylle tan carismático como para encabezar de verdad una franquicia de acción. Pero él, y muchos otros de la lista, sufren precio a pagar por formar un grupo tan concurrido de caras conocidas y el hecho de que son solo piezas accesorias de un juego en el que los importantes son otros personajes.
Es difícil hablar de 'Argylle' sin pisar una mina de spoilers por tanto giro. Me limitaré a señalar que tiene varias cosas a su favor, aunque la innovación no sea una de ellas. La película cuenta con algún que otro chiste muy bien soltado, un guion simple pero efectivo, varias set pieces bastante inspiradas, unas cuantas escenas de acción que se lucen en pantalla grande (aunque el CGI a veces no sea de lo mejor), esa escala global que se le puede pedir a una cinta de espías de este nivel y una banda sonora con canciones bien potentes y una música a cargo de Lorne Balfe con gran capacidad de reescucha. Y una escena postcréditos de visionado obligatorio.
Menú grande de palomitas
Quizás 'Argylle' sea una mezcla descafeinada de 'Kingsman' y 'La ciudad perdida' y habría necesitado un poquito más de chispa para encontrar su propia entidad o dejar el poso que logró dejar la de Taron Egerton y Colin Firth. Pero eso no quita que sea una película que se disfruta un montón y que asegura una tarde muy entretenida en una sala con un bol de palomitas.
Precisamente ahora que lo que más llega a las carteleras son películas de temporada de premios, que James Bond está de descanso y que la próxima 'Kingsman' queda todavía en paradero desconocido, 'Argylle' se presenta como una opción perfecta para reducir intensidad y pasárselo en grande de la mano de un director que le tiene bien cogido el pulso a esto de los espías. Y que también ha aprendido de ellos algún truquito que otro para guardarse ases en la manga.
'Argylle' se estrena el 1 de febrero exclusivamente en cines.