Antoine Fuqua y Denzel Washington empezaron 'El Justiciero' hace ya casi una década. La cinta fue todo un éxito y ahora, nueve años y muchos litros de sangre después, estrenan 'El Justiciero: Capítulo final', una película con la que cerrar el círculo. La cinta ya ha llegado a los cines de todo el mundo.
Tras sus dos aventuras anteriores como vengativo justiciero, Robert McCall está cada vez más mayor, pero acepta un nuevo trabajo. Este le hace viajar hasta Sicilia, donde deberá hacer frente a una poderosa familia. Posteriormente, el destino le llevará hasta un pequeño pueblo en el sur de Italia. Allí, McCall quiere descansar, encontrar esa paz que tanto anhela. Pero la mafia napolitana no se lo pondrá fácil.
Un sopolo de aire fresco
A diferencia de las dos primeras películas, hay algo muy llamativo y tremendamente positivo en 'El justiciero: Capítulo final'. Que la trama salga definitivamente de Estados Unidos era un riesgo, puesto que en demasiadas ocasiones las producciones americanas no son capaces de captar las particularidades de los entornos que visitan. Pero Fuqua demuestra en el filme estar perfectamente familiarizado con la idiosincrasia del sur de Italia.
El pueblo en el que McCall se asienta juega un papel absolutamente determinante en la trama. Sus gentes, su caótico urbanismo, sus estrechas calles, sus locales y plazas... Es un paraje muy distinto a lo visto hasta ahora en la saga. Y, por supuesto, el utilizar a la mafia italiana es la guinda del pastel. Porque no es una mafia estilizada al estilo 'El Padrino'. Son chavales jóvenes, muy macarras, que se creen los reyes del lugar instituyendo un negocio a base de miedo.
Esa decisión narrativa no solo hace que la historia sea muy creíble, sino que supone un fabuloso giro de originalidad en una franquicia que corría un serio peligro de estancarse en lo viejo conocido. El resultado es que Italia parece el lugar ideal para buscar la paz de la jubilación, pero también da la excusa perfecta para una última misión. La idea es brillante, y Fuqua la ejecuta con mimo y maestría.
Más violencia
Pero lo más importante de 'El justiciero: Capítulo final', lo que de verdad interesa, es su violencia. Toda la franquicia se ha erigido como uno de los grandes estandartes del cine de acción de calificación R (para mayores de 18 años). Y no es de extrañar. La primera entrega dejaba algunas muertes absolutamente impactantes, pero es que con la segunda, Fuqua daba un paso todavía más allá. Secuencias como la del arpón atravesando la cabeza de uno de los enemigos de McCall son imborrables en la retina del espectador.
A ese reto se enfrentaban el cineasta y también Washington. La misión era estar a la altura de sus predecesoras y, si podía ser, superarlas. Quizá esa segunda parte no la consiga, puesto que por lo general la acción es algo menos imaginativa que en 'El justiciero 2'. Pero desde luego sí que cumple con lo que promete, dando más que nunca.
Desde el minuto uno de metraje, la sangre empieza a salpicar sin parar. Cada escena de acción es deliciosamente bestia hasta llegar al clásico clímax en el que todo acaba desmadrándose definitivamente. Fuqua sabe lo que se hace, lo que el fan busca cuando compra una entrada para ver 'El justiciero: Capítulo final'. Y eso es lo que pone ante sus ojos. Especialmente gracias a un Denzel Washington espectacular, totalmente entregado a la causa una vez más. Es admirable cómo el actor, consagrado en toda la industria, sigue queriendo divertirse así a sus 68 años.
Reflexiones de una vida
Para no sobresaturar con semejante cóctel explosivo, 'El justiciero: Capítulo final' alterna la acción con numerosas escenas y subtramas mucho más solemnes y pausadas. Ese tono es el mismo que en las anteriores películas. Y aquí hay un puñado de buenas reflexiones sobre hacerse mayor y encontrar la forma de vivir tranquilo que le sientan muy bien a la cinta. No reinventan la rueda y se han abordado mil veces antes de formas mucho más honestas y sutiles.
Pero es que a 'El justiciero: Capítulo final' no le hace falta más, son simples añadidos para darle algo de dramatismo y desarrollo a su héroe. Más que suficiente. Por contra, hay algunas tramas o escenas que no aportan nada y que hacen que, sobre todo el segundo acto, resulte muy reiterativo. Cortan el buen ritmo general de la propuesta y pueden agotar a quien no entre en ellas. Aunque, por fortuna, luego llega el sádico desenlace para arreglarlo.
En resumen, 'El justiciero: Capítulo final' es un final muy digno y correcto que, por desgracia para los fans, pone el broche final a una de las mejores sagas de acción de la última década. Denzel Washington ofrece un salvaje último baile de su Robert McCall que agradará mucho a quienes quieran liberar la mente y ver un festín de guantazos y miradas asesinas. Una gozada, otra vez.
Lo mejor: La ambientación en Italia, la acción y un Denzel Washington desatado
Lo peor: Algunas escenas secundarias cortan el ritmo
