Pocos cineastas cuentan con la influencia de Christopher Nolan. Para llevar algo más de una decena de películas, el londinense ha sido capaz de dejar huella en el cine de ciencia ficción, en el de superhéroes, en el histórico. Precisamente a este último regresa con 'Oppenheimer', su ambicioso repaso a la figura del físico teórico considerado "padre" de la bomba atómica, y a todo lo que ocurrió después. Y como siempre con el cine de Nolan, no estamos ante un biopic o una película histórica cualquiera. Estamos ante algo más.
La ambición de Nolan se desata a pleno rendimiento en esta película de tres horas centrada en J. Robert Oppenheimer. La base es 'Prometeo Americano', libro escrito por Martin J. Sherwin y Kai Bird, ganador del Pulitzer. El relato no se queda solo en el Proyecto Manhattan, sino que continúa con el "no juicio" al que sometieron al científico tiempo después, argumentando revisar sus credenciales de seguridad, con el claro ánimo de desprestigiarlo. Era la época de Guerra Fría, de caza de brujas, del Macartismo, de persecución de las ideas comunistas.
El guion de Christopher Nolan no sigue una secuencia lineal de los hechos, sino que va dando saltos desde los años de estudiante de Oppenheimer hasta este escrutinio, hilando temas y construyendo dilemas morales. La película, como todas las del cineasta, no pretende ser una simple recreación, sino que quiere que demos vueltas a muchos asuntos durante y sobre todo después de verla.
Nolan se moja más que nunca en este guion en el que habla de las consecuencias de la carrera armamentística, tanto militares y humanitarias como científicas, del comunismo como enemigo indeterminado, del sindicalismo enfrentado al capitalismo más americano, del peso de la inteligencia y del precio del ego. Su película nos plantea preguntas difíciles con toda la pretensión que siempre le ha caracterizado, pero sale tremendamente airoso gracias a hacernos partícipes de primera mano y lo más cerca posible de uno de los acontecimientos más importantes de la historia moderna.
Porque ahí sigue estando la clave del éxito del cine de Nolan. 'Oppenheimer' es una película histórica y política de manual, que se apoya enormemente en (muchos) diálogos casi calcados a lo que ocurrió de verdad, pero también tiene disparada la espectacularidad. Pocas cintas biográficas cuentan con una escala como esta, en la que cada escenario se siente real y en el que brilla cada aspecto del diseño de producción, desde el vestuario hasta el atrezo.
También consigue que aguante bien el ritmo, y hablamos de una película de tres horas. Jennifer Lame, encargada del montaje, apuesta por acelerar con cortes ágiles y frenéticos hasta en las conversaciones más anodinas. La edición evoluciona con el tono de la película, que no se estanca más allá de un par de momentos valle. Lo que comienza como algo parecido a 'Una mente brillante', se deja de lo convencional y pasa a una contrarreloj con el desarrollo del Proyecto Manhattan que llega a dejar al borde de la butaca a pesar de que sepamos, obviamente, lo que va a pasar. El juicio a Oppenheimer nos ahoga en una atmósfera claustrofóbica y el cierre de la película golpea de tal forma que quizás son necesarios unos minutos antes de empezar el debate postpelícula.
Quiero destacar todo el uso del sonido. La espectacular banda sonora de Ludwig Göransson se complementa con una gestión magnífica del ruido y, sobre todo, del silencio, para remover las emociones y convertir ciertas escenas en los momentos más impresionantes de la película. El apartado visual, como era de esperar, es cuidadísimo, empezando por la maravillosa fotografía de Hoyte van Hoytema al uso del IMAX para crear planos generales inmersivos y primeros planos profundamente íntimos.
Cómo usa el blanco y negro para separarnos del punto de vista de Oppenheimer, cómo realmente se siente "práctica" la recreación de la bomba... Puede que Nolan maneje presupuestos desmesurados, pero sabe muy bien cómo hacer que se note cada céntimo en pantalla. 'Oppenheimer' es un biopic caro que se siente fabulosamente caro.
A sus espaldas
Cillian Murphy también merece un estruendoso aplauso por cargarse una película como esta a sus espaldas. El director recompensa la fidelidad del actor irlandés dándole un caramelito de personaje que Murphy estruja para sacarle todo el jugo. "Oppie" no es el tópico de científico introvertido e incómodo, aunque un poco también. Es un intelectual, un bon vivant y un mujeriego. Cillian Murphy construye esa personalidad compleja y sabe jugar muy bien con la escala de grises, igual que el guion, para que las cartas no estén dadas la vuelta a pesar de haber apostado por un punto de vista tan cercano. Está de Oscar, y no es el único.
Alrededor de Murphy encontramos un espectáculo reparto con nombres enormes, como Matt Damon, Emily Blunt, Robert Downey Jr. o Florence Pugh. Todos ellos saben que su lugar es apoyar al protagonista, le dejan brillar y le dan contrapartes potentes sin querer robarle la escena. Y aún así Nolan sabe cómo darles a prácticamente todos algún momento para lucirse. Blunt y Pugh, que tienen el papelón de tener los únicos personajes femeninos protagonistas de toda la película, los defienden con garra, con dos mujeres que podrían tener su propia película.
Pero es Robert Downey Jr. el que aprovecha para volver a demostrar que es uno de los mejores actores de su generación gracias a este críptico y pasional Lewis Strauss, un antagonista a la altura y una de sus mejores interpretaciones en mucho tiempo.
'Oppenheimer' es una película difícil, pero totalmente estimulante. La soberbia de Christopher Nolan vuelve a jugar a su favor para darnos una película sesuda pero épica, política, valiente, terrorífica pero inspiradora, fiel a la realidad pero no constreñida, clásica pero auroral, larga pero trepidante. Qué pocos cineastas hay que sean capaces de hacer tanto con la historia de un hombre. Pero Oppenheimer no fue un hombre cualquiera, y Nolan tampoco lo es.
'Oppenheimer' se estrena en cines el jueves 20 de julio.