Hasta no hace tanto, las personas LGBTQ+ tuvimos que crecer sin referentes positivos y normalizados en pantalla. Afortunadamente, eso ha cambiado y actualmente vivimos una realidad audiovisual (y literaria) mucho más inclusiva, en la que la que cada vez hay más historias queer y no todas son trágicas. En este nuevo panorama de diversidad, la comedia romántica está atravesando una transformación muy significativa, abriendo a la comunidad LGBTQ+ las puertas de un género tradicionalmente reservado a las personas cishetero. Ni que decir tiene que no todas las historias queer deberían girar en torno al amor, pero que cada vez haya más comedias románticas de este tipo -buenas o malas- no es sino una buena noticia.
Siguiendo los pasos de Netflix, que nos ha dado cosas como 'Heartstopper', 'Jóvenes altezas' o 'Soltero hasta Navidad', Prime Video estrena su propia comedia romántica queer, 'Rojo, blanco y sangre azul', esperada adaptación de la novela superventas de Casey McQuiston que llega al streaming de la mano del premiado dramaturgo Matthew Lopez, que dirige y coescribe el largometraje. La película se ha convertido -al menos en Internet- en un gran evento LGBTQ+, y no es para menos, porque la historia de Alex y Henry ha conquistado a miles de lectores y lectoras que están ansiosos por ver cómo su apasionada historia de amor da el salto de las páginas a la pantalla.
'Rojo, blanco y sangre azul' es una fantasía en la que el hijo de la Presidenta de los Estados Unidos, Alex Claremont-Díaz, y el príncipe británico Henry se enamoran, premisa de la que hemos visto muchas variantes en el cine romántico, pero claro, no con dos hombres. El libro, y ahora la película, se adhieren además a una temática que gusta mucho a los aficionados a las historias de amor, el 'enemies to lovers', para narrar la relación entre dos jóvenes que tienen mucho en común, pero se llevan a matar, hasta que un día se dan cuenta de que, sorpresa, se están colando el uno por el otro. Todo comienza con los dos protagonizando un "dulce" altercado público que amenaza con dañar la relación entre Estados Unidos y el Reino Unido, lo que provoca que las respectivas instituciones los obliguen a fingir una amistad para reparar la situación. Esa amistad se irá haciendo cada vez más real, evolucionando en una relación romántica y sexual que ambos tendrán que mantener en secreto.
Los Alex y Henry perfectos
Empecemos con el mayor acierto de la película: su casting. Para dar vida a los enamorados, 'Rojo, blanco y sangre azul' cuenta con dos actores que no podían encajar mejor en sus respectivos papeles. Desde el primer momento, Taylor Zakhar Perez ('Mi primer beso 2', 'Minx') y Nicholas Galitzine ('Cenicienta') demuestran que son Alex y Henry, personificando los rasgos de personalidad y la voz de ambos personajes en la novela. Perez desprende carisma por los cuatro costados y destaca en la faceta más cómica del personaje, que está bastante presente en la película, mientras que Galitzine es una revelación dramática, añadiendo peso emocional a la historia. Ya que la película se centra casi íntegramente en ellos, era muy importante elegir bien a los actores, y en este sentido, la adaptación sale ganando.
Alex y Henry están siempre en el centro de 'Rojo, blanco y sangre azul' y hay muy pocos momentos en los que uno, otro o los dos no aparezcan en pantalla. Pero aun así, la película cuenta con un notable elenco secundario del que destacan Rachel Hilson, exnovia y ahora amiga de Alex y Claremont-Díaz de honor, la robaescenas Sarah Shahi, jefa de gabinete de la Casa Blanca, y por supuesto, Uma Thurman que encarna a la presidenta y madre de Alex, Ellen Claremont-Diaz, con una interpretación ligeramente afectada que provocará cánticos al unísono de "mother!" en Internet; sin olvidar a Stephen Fry, que aparece brevemente como el Rey de Inglaterra.
Pero volviendo a lo que más nos interesa, Alex y Henry. Una película como esta no es nada si no hay química entre sus protagonistas, y afortunadamente (y contrario a lo que dicen algunos), la hay. Se ve en sus miradas, en su lenguaje corporal, en los instantes de ternura que los acercan y reproducen esa sensación tan reconocible por las personas queer del amor secreto. La chispa se prende desde su primera escena juntos, salta juguetona en sus primeros encuentros carnales y acaba generando la llama en una pieza central en la que la película nos muestra algo que no solemos ver en el cine mainstream: una escena de intimidad que plasma de manera realista el sexo entre dos hombres.
Y esa es una de las grandes virtudes de 'Rojo, blanco y sangre azul'. Si bien a algunos les parecerá bastante light (desde luego, esto no es 'Cincuenta sombras de Grey') y es cierto que la mayoría de escenas picantes se cortan abrupta y convenientemente antes de llegar al meollo, la película aborda de frente la sexualidad de sus protagonistas, transmite su pasión juguetona (salvando las distancias con la novela, que es mucho más explícita) y no omite de una de las características principales de Alex y Henry: los dos se desean fuertemente, o lo que es lo mismo, están muy cachondos todo el tiempo. Esto es lo que separa este film de otras comedias románticas en las que el sexo ocupa un lugar muy secundario o no se muestra, haciendo que su perspectiva a la hora de recorrer los clichés del género sea más fresca.
¿Hallmark presenta?
Como adaptación, sin embargo, 'Rojo, blanco y sangre azul' no termina de llegar a buen puerto. Es verdad que el film incluye muchos momentos y pasajes icónicos que los fans de la novela reconocerán inmediatamente y querrán ver una y otra vez. Pero por otro lado, López ha sacrificado tramas y personajes importantes para priorizar en todo momento a Alex y Henry, cargándose por completo a figuras clave del libro como el político abiertamente gay Rafael Luna o June, la hermana de Alex, además de cambiar relaciones o acontecimientos de manera que cuesta justificar. Quien no haya leído el material de origen no echará de menos estas cosas, pero incluso haciendo un ejercicio de abstracción para separarlas, hay algo que no funciona en la película, que hace evidente el trabajo de tijera que hay detrás y que provoca que la historia avance un poco (bastante) entrecortada.
Esto se puede ver claramente en la propia relación entre Alex y Henry, que se desarrolla muy deprisa y apenas deja espacio para que la historia respire, dificultando así la conexión. Aunque Perez y Galitzine hacen un trabajo estupendo, su dinámica no termina de fluir todo lo orgánicamente que debería (hay química, como decía, pero falta naturalidad), evidenciando un trabajo de adaptación que sabe captar la esencia del libro, pero no logra amoldar con éxito su estructura al formato largometraje, dando en todo momento la sensación de que falta algo para llevarla un poco más allá. Viendo 'Rojo, blanco y sangre azul', uno no puede evitar pensar que la adaptación quizá habría funcionado mejor como serie, lo que hubiera permitido incluir matices y personajes que la habrían enriquecido.
Claro que, lo peor de la película no es eso, sino su puesta en escena. A nivel técnico y visual, 'Rojo, blanco y sangre azul' no se aleja tanto de las comedias románticas de Hallmark, Lifetime o Netflix. Salta a la vista que Amazon no se ha gastado mucho en la película, cuya factura es bastante cercana a la de un telefilm, con algún que otro croma que hará que a más de uno le sangren los ojos. No es que esperase una inversión a la altura de un estreno de cine con Julia Roberts y también tenía claro que iba a ver un estreno directo a streaming, y no una película de Oscar; pero la adaptación de una novela tan querida por mucha gente y con tanto potencial como esta merecía algo más que ser una TV movie de la semana.
La comedia romántica sale del armario
Por todo lo expuesto anteriormente, ajustar las expectativas es clave para disfrutar de 'Rojo, blanco y sangre azul', una película que quizá no es lo que algunos habíamos imaginado, pero que puede que sí sea un sueño hecho realidad para otros. Si tenemos claro lo que estamos viendo, es fácil dejarse llevar por el derroche de encanto de sus protagonistas y lo irresistible de su relación. Quizá no sea muy buena, pero desempeña holgadamente su función escapista: entretiene, es sexy y deja con ganas de volver a ver a sus personajes.
Aunque la película pone bastante énfasis en la comedia de enredos, acentuando un humor que en el libro quizá no tiene tanto volumen, también deja espacio para la emoción. Y es bastante sincera, especialmente en lo que se refiere al proceso de autodescubrimiento, enamoramiento y conflicto de Alex y Henry, dos hombres atrapados en una jaula de cristal y condicionados por normas arcaicas que ponen trabas al desarrollo de su verdadero yo. Más allá de lo divertida que es y de los suspiros que provocarán sus protagonistas, ahí es donde está el aporte más valioso de 'Rojo, blanco y sangre azul', en su inspirador mensaje sobre salir del armario y en su llamamiento a dejar atrás las normas obsoletas y seguir luchando por los derechos y la liberación de la comunidad LGBTQ+.
Sobre el papel (nunca mejor dicho), 'Rojo, blanco y sangre azul' era ideal: ¿Un romance apasionado entre dos hombres atractivos pertenecientes a instituciones tradicionales, con toques de Jane Austen y 'Los Bridgerton', y sin miedo al sexo gay? Póngame 10 horas. Es una pena que, en la práctica, la adaptación salga perjudicada por su pobre factura y problemas de adaptación que le impiden alcanzar su máximo potencial. Aun así, no cabe duda de que Alex y Henry seguirán enamorando a miles de personas en su salto a la pantalla, especialmente a los amantes de la comedia romántica. Y es que, con sus defectos, 'Rojo, blanco y sangre azul' es una rom-com clásica y renovadora, reflejo de algo muy positivo que nos ayuda a mirar propuestas así con ojos más indulgentes y celebrar su existencia: las historias queer ya no son algo raro o marginal. Y lo mejor es que, por eso, no todas tienen que ser perfectas.
Lo mejor: Sus dos protagonistas, un claro caso de magia de casting. Una muy graciosa Sarah Shahi. Lo divertida y sexy que es.
Lo peor: Se notan demasiado las costuras de la adaptación. Su cuestionable factura visual.