Desde que Lucasfilm fue adquirida por Disney, 'Star Wars' ha pasado de ser un evento que acontece cada varias décadas a una constante en el flujo de los estrenos. Esta marvelización de la saga creada por George Lucas tiene sus cosas malas y buenas, pero uno de los aciertos de esta nueva era de producción galáctica ha sido aprovechar esa afluencia creativa para buscar nuevas voces que amplíen su universo.
Esto se puede ver especial y claramente en la última serie de la saga que nos llega a Disney+, 'The Acolyte', una nueva digresión dentro de la propiedad que, con Leslye Headland a la cabeza y siguiendo la estela de 'Andor', se encarga de buscar nuevas vías para contar historias ambientadas en la galaxia muy, muy lejana que vimos nacer en 1977, sin olvidarse en ningún momento de utilizar sus códigos y sus elementos más reconocibles.
De hecho, lo que hace Headland con 'The Acolyte' es justamente tomar esos códigos y reordenarlos para hacer algo distinto, algo que hasta ahora no habíamos visto en 'Star Wars': un thriller de investigación criminal que transcurre en un periodo de paz. Es decir, una guerra de las galaxias sin guerra o un gran conflicto intergaláctico que vertebre la trama.
La acción se ambienta concretamente al final de la era de la Alta República (es decir, unos cien años antes de 'Star Wars: Episodio I - La amenaza fantasma') y arranca con una serie de crímenes que deja varios Jedi muertos a manos de una misteriosa asesina. En el centro de la historia encontramos a Osha (Amandla Stenberg), antigua Padawan que dejó la Orden Jedi y ahora se ve obligada a volver para investigar estas muertes junto a su antiguo maestro, Sol (Lee Jung-jae) y un variopinto grupo de héroes Jedi. El grupo recorrerá entonces la galaxia siguiendo pistas para resolver el misterio, adentrándose en un camino oscuro, lleno de secretos y fuerzas siniestras, en el que no todo es lo que parece.
Headland ha definido 'The Acolyte' como 'Frozen: Una aventura congelada' mezclado con 'Kill Bill', y es una descripción bastante acertada (la serie se centra en dos hermanas con poderes que toman caminos muy distintos y narra el viaje de venganza de una guerrera), pero es mucho más que eso. Es una historia de 'Star Wars' que juega con otros géneros para seguir haciendo evolucionar su mitología y reescribiendo lo que se supone que es la saga. Esto se ve claramente en la reflexión revisionista que plantea sobre la Orden Jedi: 'The Acolyte' está interesada en ir más allá de la dualidad luz/oscuridad o buenos/malos, adentrándose en la perspectiva de los villanos y ofreciendo distintos puntos de vista que replantean lo que sabemos de la Fuerza, las instituciones galácticas y los Jedi.
Mirar 'Star Wars' desde otra(s) mirada(s)
Látigos de luz, Wookiees Jedi, brujas... No son elementos totalmente nuevos en 'Star Wars', pero en 'The Acolyte', Headland también los explora más en profundidad, encontrando con ellos su propio estilo dentro de los parámetros de la franquicia. Otra relativa novedad es el Force-Fu, disciplina de lucha que combina artes marciales con la Fuerza y que aquí cobra protagonismo al tratarse de tiempos de paz. Headland se apoya fuertemente en el cine de artes marciales para desarrollar los combates, con menos uso de los sables láser y de alguna manera más íntimos.
La acción en 'The Acolyte' está muy bien ejecutada y resulta fresca dentro de la saga; al igual que hay que elogiar una puesta en escena también sobresaliente, que nos recuerda constantemente que estamos viendo 'Star Wars', incluso cuando es una 'Star Wars' extraña. Con efectos digitales excelentes, pero apoyándose bastante en lo práctico, las criaturas con máscara y "disfraz" y los sets reales, la serie continúa el espíritu nostálgico de la trilogía original, como han hecho sus recientes predecesoras, a la vez que propone algo más moderno y actualizado.
Y llegamos al punto de discordia, eso que tanto enfada a algunos y que aquí hará que a más de uno le estalle la cabeza. 'The Acolyte' es el proyecto de 'Star Wars' más diverso y femenino hasta la fecha. La historia se centra en dos guerreras, la mayoría de protagonistas son racializados (los que no, están caracterizados como alienígenas o Wookiees) y hay representación queer (no muy explícita, aunque tampoco totalmente oculta). Pero lo mejor es que todo esto se integra en la historia sin grandes aspavientos, con naturalidad y de forma orgánica: es así porque es así y punto. Y no debería ser un factor en detrimento de la historia en ningún caso.
Eso no quiere decir, claro, que la serie no tenga sus problemas. Los primeros cuatro episodios (que son los que la prensa ha podido por adelantado) ofrecen un conjunto desigual en algunos aspectos. El ritmo es uno de ellos. A la serie le cuesta despegar y va un poco a trompicones, diluyéndose sus buenas ideas en una narración a la que le falta algo de ímpetu y que a veces pierde el tiempo en escenas redundantes y diálogos que no aportan tanto. No sacaremos conclusiones precipitadas, porque el cuarto episodio termina por todo lo alto y la segunda mitad de la temporada promete, pero algo no termina de fluir como debería.
Las interpretaciones son otro apartado que da resultados irregulares. Stenberg sale por la mayor parte airosa del reto de interpretar dos personajes a la vez, aunque en ocasiones se deja llevar por la intensidad y cae en una especie de sobreactuación que se manifiesta, curiosamente, en los pequeños gestos. Quien no termina de encontrarle el punto a su personaje es Lee Jung-jae, que oscila sin término medio entre la estoicismo robótico y una intensidad dramática bastante desubicada. El contrapunto lo ponen Dafne Keen con su magnética serenidad y saber estar en un personaje con el que encaja como anillo al dedo; un divertido Manny Jacinto, que saca mucho provecho de un personaje a simple vista menos pintón; y Carrie-Anne Moss, la legendaria Trinity de 'Matrix', que pese a tener un papel breve, se las arregla para dejar huella con su presencia y porte interpretativo interpretando a una Maestra Jedi de la que queremos saber mucho más.
El elenco, eso sí, funciona mucho mejor en grupo que de forma individual. Juntos forman un rico mosaico de relaciones y dinámicas (fraternal, amistosa, maestro-aprendiz, madre-hija, posiblemente romántica) que Headland sabe aprovechar. Cuando pasa de lo personal a lo colectivo, la serie se fija en historias corales (como la propia 'Star Wars Rebels'), donde la química grupal y el funcionamiento de la tripulación son clave, enriqueciéndose en sus contrastes y diferencias. Es entonces cuando se pone más de manifiesto la riqueza, variedad y potencial en los nuevos personajes que Headland ha creado.
Los fans continúan heredando la saga
Y es que lo que no le falta a la serie es pasión detrás de las cámaras. La de una showrunner que es, ante todo, una fan de la saga cumpliendo su sueño de contar su propia historia en uno de los huecos de la cada vez más compleja cronología de la saga, y ampliar con su aporte un universo lleno de posibilidades que ya no es la visión de una sola persona, sino de muchas. Pese a que no todo en la serie funciona, salta a la vista el cariño, la dedicación y la atención al detalle que Headland y su equipo han depositado en ella.
Basándonos solo en sus cuatro primeros episodios, 'The Acolyte' tiene buenas ideas y mucho potencial. Se agradece también esa arriesgada voluntad de transgresión y de hacer algo distinto dentro de una saga cuyos fans no siempre aceptan el cambio, como también resulta muy interesante ver una historia de 'Star Wars' contada desde el prisma de otros géneros, sin supeditarse a un conflicto a gran escala y desde otras perspectivas. Pero aun así, da la sensación constantemente de que lo mejor está por venir. Es decir, para elaborar una valoración definitiva, es necesario observarla de forma global, no solo parcial. Si al final de la temporada acaba encajando las piezas o cediendo a sus defectos está por ver, pero lo que está claro desde el principio al ver esta serie es lo excitante que está siendo presenciar cómo la saga se transforma con el tiempo.