J.J. Abrams y el resto de creadores y productores de 'Lost' (entre ellos Damon Lindelof, Carlton Cuse y Jack Bender) han pedido disculpas a Evangeline Lilly por el trato que la actriz recibió en varios momentos del rodaje. La declaración, publicada en Entertainment Tonight, llega después de que la actriz revelara que se sintió "avergonzada y aterrorizada" tras rodar una escena de la recordada ficción que no tuvo más remedio que hacer al sentirse "acorralada".
Abrams "lamenta sinceramente" que la protagonista de 'Ant-Man and the Wasp' se sintiera incómoda en el rodaje. El comunicado conjunto del equipo explica que con su respuesta quieren "hacerle llegar nuestras profundas disculpas por la experiencia que detalló mientras trabajaba en 'Lost'". Aunque apuntan que aún no han contactado con la actriz que dio vida a Kate concluyen tajantemente que "nadie debería sentirse así en el trabajo".
La dura experiencia de Lilly
Lilly declaró recientemente cómo en la tercera temporada de 'Lost' se sintió "acorralada para hacer una escena parcialmente desnuda, no tuve ninguna elección". Añade que al acabar "estaba llorando, y tenía que ir a hacer una escena muy intensa justo después". Cuando una situación similar se repitió en la temporada siguiente, luchó por tener la escena bajo control, pero "volví a no ser capaz de controlarla", declara. Fue entonces cuando dijo "se acabó". Le comunicó al equipo: "Escribid lo que queráis, no lo haré. No voy a volver a quitarme la ropa en esta serie nunca más. Y nunca lo hice".
La actriz de la trilogía 'El Hobbit' explicó también que pidió que su personaje no se quedara solo en ser parte de un triángulo amoroso con Jack y Sawyer. "Tiraba los guiones al suelo cuando veía cómo disminuía la autonomía de Kate, y cómo disminuía su propia historia". Ante estas circunstancias no extraña que la actriz llegase a decidir retirarse un tiempo de la interpretación. Afortunadamente, volvió por todo lo alto y hoy Lilly es parte de muchas de las películas más populares del planeta. Sin ir más lejos, se espera que intervenga en 'Avengers 4' en 2019.
Las claves del cine de J.J. Abrams
Nostalgia
Mirar al pasado es uno de los ejercicios más presentes en la obra de Abrams. No consiste en observar y quedarse embobado con los triunfos del ayer, sino adaptarlos a las posibilidades del presente, intentar que el espectador conecte con su niño interior, fascinado ante el aluvión de cine que le cae encima. Muchas veces, especialmente en los últimos años, se le ha etiquetado como mero transmisor de esencias clásicas, un renovador alejado de la innovación, una fotocopiadora sin mayor interés que repetir paso por paso triunfos ajenos. Sin embargo, en cada una de sus películas encontramos una honesta y sincera demostración de amor a las películas que marcaron su educación cinematográfica.
Por poner el ejemplo más evidente, Abrams rindió con 'Super 8' uno de los homenajes más maravillosos jamás realizados al legado Amblin y a la figura de Spielberg. Injustamente tratada por todos aquellos que, curiosamente, esperaban un nuevo 'E.T.' o 'Los Goonies', el director compuso una sinfonía de entretenimiento perfectamente medido, de ritmo impecable, con el mejor conjunto de actores infantiles vistos en mucho tiempo y con un manejo del género deslumbrante. Una carta de amor al cine con el que creció y del que aprendió. Un agradecimiento en modo de película. ¿Nostalgia? Claro, pero bien entendida.
Permanente resurrección
En 2009, no se puede decir que la saga de 'Star Trek' estuviera, precisamente, en su mejor momento. Por supuesto, todavía quedaban auténticos fanáticos que la defendían como la obra de entretenimiento definitiva, pero la mayoría del público la recordaba levemente o, simplemente, se había olvidado de ella. Ante la duda de si había alguien con capacidad para resucitar la Enterprise, surgió un nombre: J.J. Abrams. Y funcionó mucho más de lo que se podía esperar.
La mayoría de trekkies salivaron con el lavado de cara que el cineasta le dio a la saga mientras que el resto de público, entre los que me incluyo, se encontraron con una de las cintas de aventuras más redondas de los últimos años. Cuatro años más tarde, el director repitió triunfo con 'Star Trek: En la oscuridad', pese a que el resultado final no terminó de dejarle satisfecho. La autocrítica está bien, pero Abrams puede estar más que satisfecho con sus dos parques de atracciones interestelares que funcionan como un reloj suizo, festivales de acción trepidante y espectáculo para TODO tipo de público, sea o no fan de la franquicia. Visto lo visto, el teléfono volvió a sonar y una voz al otro lado le ofreció cambiar a Spock por Han Solo. Un reto más grande y más peligroso. Abrams no dudó.
Despertando a la fuerza
Hay propuestas que marcan una carrera. Puede que una vida. Y la oportunidad que se le puso encima de la mesa a J.J. Abrams a la hora de dirigir 'Star Wars: El despertar de la fuerza', es una de ellas. Sin lugar a dudas. Realizando un ejercicio algo pretencioso, nos metemos en la mente de cualquier director y la respuesta más evidente es SÍ, SÍ, SÍ. Pero hay que pensar en las consecuencias. Incluso para el creador absoluto de una de las obras esenciales del entretenimiento cinematográfico, George Lucas, su última trilogía, es decir, los episodios I, II Y III, han terminado siendo una losa más que pesada. Pero Abrams tenía la clave para que todo funcionara. Tocar lo justo, regresar a la esencia y proponer un viaje en el que todos, los que conocen todos y cada uno de los personajes de la saga y aquellos que veían por primera vez esos títulos de crédito perdiéndose en el espacio, se aseguraran un viaje inolvidable. Y lo consiguió.
Muchos se han encargado de criticar a esta nueva entrega basándose en su naturaleza de remake encubierto, algo que, pese a la evidencia de sus múltiples homenajes a la trilogía inicial, no deja de ser un argumento algo superficial. Abrams, tipo inteligente, regresa a los orígenes para dar forma a un artefacto de entretenimiento perfecto, empeñado en recuperar lo que hizo grande a los primeros capítulos de la saga. Los héroes inesperados, el misterio alrededor de un villano que es todo carisma, los golpes de humor, responsabilidad directa de los personajes secundarios, y por encima de todo, la capacidad de capturar el sentido de la aventura y la maravilla. Algo más de dos horas que pasan en un suspiro, convertidas en una atracción cinematográfica en la que el fan de toda la vida sentirá que ha regresado a casa, mientras que las nuevas generaciones encontrarán más de decena de excusas para interesarse por el legado galáctico. Una película que era un truco a vida o muerte. Salió la primera.
Misterios Abrams
Bad Robot, la productora que dirige J.J. Abrams, fundada en 1998, es una de las mayores factorías de blockbusters de los últimos años. A las últimas entregas de las sagas de 'Star Trek', 'Star Wars' o 'Misión Imposible', franquicia que el director se encargó de revitalizar con una estupenda tercera entrega, hay que sumarles productos televisivos que cambiaron la historia de la pequeña pantalla. Con 'Perdidos' a la cabeza, no podemos olvidarnos de 'Alias' o 'Fringe', dos propuestas que conviene reivindicar con insistencia. Propuestas distintas entre sí que, más allá de su formato, encontraban en el misterio su punto de encuentro esencial. Porque nadie maneja mejor las expectativas que Abrams y los suyos. Sus campañas de marketing, siempre efectivas, consiguen captar el interés del espectador a través de una fórmula tan sencilla como la de enseñar lo mínimo e intentar que todas las sorpresas se desvelen cuando uno esté sentado en la butaca o en su sofá.
El ejemplo más significativo lo encontramos en 'Monstruoso', cuya campaña de promoción supuso toda una revolución viral que tuvo como principal consecuencia una taquilla mucho más abultada de lo esperada. Una respuesta mucho más meritoria que la del resto de sus compañeras de productora, ya que en esta ocasión no había una gran saga detrás. Una situación que se ha repetido este año con el estreno de su secuela 'Calle Colverfield 10', otra espléndida cinta de ciencia ficción e intriga incesante. Al igual que la inmensa mayoría de propuestas que nos llegan a través de Bad Robot, todo era novedad, misterio y cuestiones por resolver. Tres efectos que llevaron a millones de espectadores a la sala de cine para dar respuestas a sus incógnitas. Y sí, ya lo sé, muchas veces esa ha sido la cruz de Abrams, no aportar todas las respuestas o que las que se nos den no sean del todo satisfactorias. Pero ese es el juego que aceptamos, con sus consecuencias.
Giacchino
Si hablamos de elementos comunes en toda la obra de J.J. Abrams, uno de los más especiales y positivos es el de la participación de Michael Giacchino como responsable de todas las bandas sonoras de sus películas, exceptuando la última entrega galáctica. John Williams es John Williams. Pero, salvo esa infidelidad justificada, el compositor estadounidense ha demostrado entender a la perfección las distintas propuestas del director, acompañando sus imágenes con alguna de las bandas sonoras más deslumbrantes de los últimos años. Porque, volviendo a los paralelismos más evidentes entre Abrams y Spielberg, Giacchino se ha convertido en el auténtico heredero de Williams, un autor capaz de mezclar el espectáculo y la sensibilidad de la manera más artesanal posible.
La épica a través de la sencillez. Parece sencillo, pero no lo es. Es muy complicado, por no decir imposible, abandonar una sala de cine después de haber visto una película de Abrams sin tararear alguna de las composiciones de Giacchino. Una capacidad innata para emocionar al espectador, fundirse en las imágenes, aparecer sin subrayar, recalcar la sensibilidad sin recargar ni manipular. Una unión que encontró su cima en 'Super 8', el mejor trabajo conjunto hasta la fecha de dos artistas que, observándose en el espejo de dos gigantes, continúan disfrutando de su amistad en una permanente búsqueda por la belleza.
Acero azul
Ok, no se puede escribir un especial sobre las claves del cine de J.J. Abrams sin mencionar sus destellos de lente. En palabras del director: "Sé que fastidio mucho con eso. Pero hay veces cuando estoy trabajando en una toma que pienso: 'Oh, esto molaría tanto con un destello de lente. Pero estaba enseñándole a mi mujer un corte inicial de 'Star Trek: En la oscuridad' y había una escena donde ella dijo literalmente algo así como: 'No puedo ver lo que está pasando, simplemente no entiendo lo que es'. Y entonces yo pensé: 'Sí, se me ha ido la cabeza con esto. Asumir que eres un adicto es el primer paso para la rehabilitación'.
Viendo 'Star Wars: El despertar de la Fuerza', hemos comprobado que su enfermedad está mucho más controlada. En cualquier caso, no lo dudéis, si un día veis una película con esta factura visual, estará dirigida por J.J. Abrams. O por un impostor.
Hacer fácil lo difícil
¿A qué me refiero cuando hablo de hacer que parezca fácil lo que no es? A tener atrapado al espectador sin opción al más mínimo despiste o bostezo, rendir homenaje a sus influencias y a su propia obra, construir un artefacto cinematográfico que lleve al éxtasis de manera clásica y, al mismo tiempo, profundamente contemporánea. Por que, tomar caviar en un restaurante cinco estrellas siempre estará más valorado que devorar un helado en un parque de atracciones, pero, a veces, se pasa mejor en el segundo de los casos. Y no son pocas las ocasiones en las que a Abrams le ha tocado bailar con la más fea, teniendo que hacer el trabajo sucio para que otros se encontraran el escenario en perfectas condiciones. Y lo ha hecho con dignidad, inteligencia y altísimas dosis de talento.
Por cerrar el círculo en el que se ha basado este especial a la hora de analizar las claves de su cine, diremos que a Abrams todavía le falta mucho para ser Spielberg. Pero también diremos que, muchas veces, parece que el alumno se acerca peligrosamente al Maestro. Y no tengamos miedo a admitirlo, después de todo, no es más que una gran noticia. Pocos, muy pocos cineastas en el Hollywood actual facturan gran cine de entretenimiento como lo hace Abrams. Gran cine de espectáculo. Gran cine, a secas.