'¡Madre!', la última película de Darren Aronofsky protagonizada por Jennifer Lawrence y Javier Bardem, fue una de las cintas más controvertidas del pasado 2017. Mientras gran parte de la crítica admiraba este último trabajo del director de 'Cisne negro' y 'Réquiem por un sueño', otro sector se mostró muy reacio a la propuesta de la cinta, además, gran parte del público tampoco logró conectar con ella, siendo la falta de entendimiento de la misma uno de los principales factores que podrían haber contribuido a ello.
Ante esta divisiva situación, Aronofsky, en el marco del festival SXSW en Austin, Texas, aprovechó su presencia para ofrecer una explicación detallada sobre cuáles eran sus intenciones con la película, matizando la función de los personajes de Lawrence y Bardem y su significado dentro de la propuesta de la cinta:
"Quería hacer una película sobre la Madre Tierra y cómo tratamos a la Madre Tierra", afirmó Aronofsky en relación al personaje de Jennifer Lawrence. "La forma en que veo que tratamos a la Madre Tierra es increíblemente irrespetuosa. La saqueamos, la violamos, la insultamos. Es por eso que Jennifer interpretó al personaje de la forma en que lo hizo", explicó.
En relación al personaje de Bardem, el director señaló cómo pretendió enfocar su rol como si fuera una representación de Dios y lo que para él representa el culto a dicha entidad divina: "Miré la Biblia y cómo estaba pintado Dios en el Antiguo Testamento", afirma Aronofsky. "Cuando piensas en ese Dios, si no le rezas, él te mata. ¿Qué tipo de personaje hace eso? Para mí, se trata de interpretar eso a la emoción humana", matizó.
El intento de sabotaje en 'Noé'
Otro de los hechos sobre el que el director de '¡Madre!' se pronunció durante su intervención en el festival SXSW, fue el conflicto que mantuvo con los ejecutivos de Paramount durante el desarrollo de 'Noé', su anterior película. Según afirma Aronofsky, este conflicto fue originado a causa del descontento de los evangélicos con la película, señalando cómo el estudio llegó incluso a remontar la película con un montaje que nada tenía que ver con lo que él había planeado:
"Cogieron nuestro montaje de 2 horas y 20 minutos y lo convirtieron en una película de 85 minutos con músical Gospel", señaló. Sin embargo, la versión que finalmente pudimos ver en cines sí fue el montaje que el director quiso hacernos llegar: "'Noé' terminó convirtiéndose en un éxito mundial, pero fue una gran larga batalla. Finalmente, conseguí mi montaje", terminó afirmando.
Las películas de Darren Aronofsky, de peor a mejor
'La fuente de la vida'
A 'La fuente de la vida' se le pueden echar muchas, muchísimas, cosas en cara, pero una de ellas no es la ambición de su responsable. Aronofsky era consciente de las pretensiones que mostraba su película más arriesgada, con diferencia, hasta entonces, poniendo toda la carne (filosófica) en el asador y llevando a cabo uno de esos saltos de fe creativa que terminan en victoria aplastante o en decepción mayúscula. Adivinad el lado por el que cayó la moneda.
Y la cuestión es que la historia que tenía entre manos era bastante interesante, partiendo de una historia de amor y pérdida para terminar reflexionando sobre el tiempo como metáfora vital y la aceptación del dolor como necesidad para disfrutar de los últimos segundos de felicidad. El problema, serio, con el que se encuentra 'La fuente de la vida' es un acabado visual excesivo a todas luces, abrazando lo hortera sin opción a la réplica. La interpretación de Hugh Jackman tampoco ayuda demasiado a una película que, lástima, termina más invitando al desconcierto y a la, ups, carcajada, que a la pretendida eternidad.
'Noé'
Si hablamos de sensaciones, la que nos invade tras los 138 minutos de 'Noé' es, irremediablemente, la de la decepción, más por lo que pudo haber sido que por lo que realmente terminó siendo. La última película de Aronofsky hasta la fecha puede aportar algo de reflexión sobre la moralidad y la ética frente a las creencias totales y enfermizas, servir como análisis actual de lo poco que hemos evolucionado, ser una crítica hacia el ser humano, subrayando sus aspectos más oscuros pero, por encima de todo eso, prefiere ser una cinta de aventuras destinada a la pura evasión.
Y es una decisión totalmente respetable, sin duda, pero uno, a los cineastas a los que admira con razones de peso, siempre les debe pedir algo más. Tenemos acción espectacular, un reparto correcto y hasta el tradicional discurso épico bajo la lluvia, pero en contra nos quedamos sin riesgo, sin originalidad, sin ideas nuevas, radicales, diferentes. Sumamos un superhéroe, un villano del todo a cien y nos quedamos sin escenas ni momentos para el recuerdo. Tenemos un diluvio y nos quedamos sin tierra firme. Tenemos un blockbuster al uso. Nos quedamos sin Aronofsky.
'Pi, fe en el caos'
La clave de 'Pi, fe en el caos', es que se trata de un debut. Porque, a pesar de que ya teníamos noticias de Aronofsky gracias a su cortometraje 'Protozoa, aquí encontramos el primer largo de un cineasta que, desde la primera imagen, deja bien claros sus objetivos. Y, sorpresa, no hay ninguna que sea sencillo de conseguir. Todo en esta propuesta está pensado para llevar al espectador al límite, confundir sus ideas, estimular sus sensaciones, provocar incógnitas y desconcierto.
Para ello, Aronofsky cumple con todas las características de un debut, apabullando a base de ideas visuales y conceptos narrativos que convierten a este thriller extraño e hipnótico en toda una experiencia. Lástima que su ritmo decaiga de manera peligrosa en su tramo central hasta llegar, por fortuna, a un desenlace en el que la belleza oscura que ha marcado gran parte de la carrera del director hace su primera gran aparición.
'El luchador'
Tras alcanzar la (fallida) cima de su ego con 'La fuente de la vida', y recibir una importante cantidad de palos de crítica y público, Aronofsky se refugió en una pequeña historia sobre el peso del tiempo en una vida marcada por un éxito ya pasado. 'El luchador' sorprendía, aún hoy lo hace, a base de ausencias de sorpresas. Me explico.
Cuando uno se sienta para ver una película de Aronofsky espera siempre lo radical, la fascinación visual, el atrevimiento formal y la ambición narrativa, por eso, desde la impactante primera aparición de un soberbio Mickey Rourke, 'El luchador' cautiva desde su naturalidad, los aspectos cotidianos, casi familiares, que rodean la trayectoria vital de un superviviente nato. Con un cariño palpable hacia todos sus personajes, especialmente en el caso del protagonista, y marcada por una dirección que esquiva cualquier maniobra de distracción, 'El luchador' se convierte en la película más accesible del cineasta. Y en uno de sus mejores trabajos hasta la fecha.
'Réquiem por un sueño'
La película que catapultó a Darren Aronofsky al peligroso estatus de cineasta de culto, 'Réquiem por un sueño' ha llegado a nuestros días rodeada de dos ejércitos bien diferencias. Por un lado, aquellos que la celebran, celebramos, como una de las más fascinantes reflexiones sobre la obsesión en la psique humana, un retrato desolador sobre el progresivo deteriore de unas neuronas llevadas al límite de sus posibilidades.
Por otro, están los que consideran que las alabanzas y los aplausos ensalzan demasiado a una propuesta basada en el artificio más evidente. En cualquier caso, es precisamente ese aspecto radical el que unifica, en cierto modo, los criterios a favor y en contra. Un cineasta decidido a plantar cara. Una película asombrosa destinada al amor y al odio. Incluso, puede que a despertar ambas cosas.
'Cisne negro'
No importa el tiempo que pase, 'Cisne negro', en sus sucesivos visionados, continúa descubriéndose ante nosotros como una desafiante obra de arte, una demostración absoluta y ejemplar de cómo convertir algo tan común como la permanente lucha de una persona consigo misma, inconmensurable Natalie Portman en la interpretación de su vida, en una apoteosis cinematográfica en toda regla, donde se dan la mano de manera memorable la forma y el contenido, la narración y lo visual, la historia y su aspiración eterna, la grandeza de los límites a los que puede llegar el ser humano, tan bellos como desoladores.
Como el eco de unos aplausos finales que marcan el triunfo y la tragedia, los dos términos que, quizás, más se acerquen a lo que realmente significan la perfección y sus consecuencias. La mejor película de Aronofsky, sí, pero también una de las obras maestras más rotundas de lo que llevamos de siglo.