El 11 de agosto de 2014 quedó marcado en el calendario como una trágica fecha en la industria del cine. Ese día, Robin Williams era encontrado muerto por asfixia en su casa de California, habiendo decidido acabar con su vida tras varios meses sufriendo demencia de cuerpos de Lewy, enfermedad descubierta después de haberle sido realizada la autopsia. Susan Schneider, mujer que compartiera con el actor sus últimos años de vida, ha contado cómo fue la decadencia de salud del actor en su ensayo 'The Terrorist Inside My Husband's Brain', publicado en la revista médica Neurology.
"Sentía que estaba ahogándose en sus síntomas, y yo con él", señala la que fuera su tercera mujer. Dos meses antes del fatal suceso, le fue diagnosticado erróneamente Parkinson, y es que el trastorno DCL es muy complicado de descubrir. Los síntomas de esta enfermedad van desde pérdida de memoria, problemas digestivos, insomnio y paranoia hasta ansiedad y pensamiento dañado; según cuenta Schneider, Williams sufría varios de ellos.
"La máscara del Parkinson estaba presente y su voz estaba debilitada. El temblor de su mano izquierda era continuo y tenía un lento arrastrar al andar. Odiaba no poder encontrar las palabras que buscaba en las conversaciones. Se pasaba la noche dando vueltas y tenía un terrible insomnio", narra en el ensayo. "A veces, se encontraba a sí mismo congelado en una postura, incapaz de moverse, y frustrado cuando salía de ella. Estaba comenzando a tener problemas con la vista y las habilidades espaciales en el sentido de calcular la distancia y la profundidad. La pérdida de su razonamiento básico solo consiguió sumarse a su creciente confusión".
No cabe duda de que fueron unos momentos terribles tanto para el protagonista de 'Mente indomable' como para todos los que estuvieron con él en esos diez meses críticos que narra su viuda. El intérprete era consciente de la pérdida de sus capacidades, lo cual hizo más duro el proceso. "El seguía diciendo, «solo quiero reiniciar mi cerebro»", cuenta. Sin embargo, tras realizarle innumerables pruebas con el objetivo de diagnosticar su mal, estando presente la posibilidad de que tuviera un tumor en la pituitaria, todos los tests dieron negativos excepto por los altos niveles de cortisol. Un hecho que no llegó a alegrarles dado que presentían que algo malo estaba ocurriendo.
Afectando a su trabajo actoral
Los problemas de memoria se encontraron muy presentes en los últimos momentos de su vida, afectando a su profesión. Susan Schneider confiesa que tuvo grandes problemas "para recordar solo una línea" mientras grababa 'Una Noche en el Museo: El secreto del Faraón'. Según narra, a comienzos de mayo finalizaron las grabaciones de la cinta, por lo que Williams volvió a casa desde Vancouver "como un avión 747 sin tren de aterrizaje".
"Yo he leído que la gente con DCL que son muy inteligentes puede dar la sensación de que se encuentran bien al principio, pero entonces, es como que el dique se rompe de repente y no pueden contenerlo nunca más. En el caso de Robin, además de ser un genio, era un actor formado en Julliard", relata Scheneider. "Nunca sabré la verdadera profundidad de su sufrimiento, ni cómo de dura fue la lucha. Pero desde donde yo estuve, vi al hombre más valiente del mundo interpretando el papel más duro de su vida".