Tony Stark no abandona a Pepper: Robert Downey Jr., invitado estrella en la boda de Gwyneth Paltrow

Junto a Ethan Hawke y firmada por Alfonso Cuarón, Gwyneth protagonizó la post-moderna adaptación del clásico 'Grandes esperanzas', probablemente una de las más reconocidas novelas de Charles Dickens y hasta el momento una de sus mejores adaptaciones.

Con una cuidada banda sonora y una exquisita puesta en escena 'Grandes esperanzas' nos trasladó al paraíso perdido de unos jardines en donde la inocencia del primer amor marcaron a dos personas para toda la vida. Gwyneth cautivó como la pérfida Estella y objeto de deseo del pequeño Finn, personaje que la convirtió en la actriz más deseada de ese año y se materializó en unas obras pictóricas que la inmortalizaron como musa e icono de estilo. Ella y su vestido de dos piezas verde firmado por Donna Karan, son todavía 20 años después una muestra de la sofisticación de la delgaducha Gwyneth. Además fue una de las otra muchas damas de la literatura universal que encarnaría en cine.

El dramaturgo John Madden escogió a Gwyneth para interpretar a la heroína que serviría de inspiración al escritor más famoso de todos los tiempos, para crear de paso la obra más famosa de todos los tiempos 'Romeo y Julieta'.

La muy cuestionada victoria de 'Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)' en los Oscar de 1999 generó dos corrientes totalmente opuestas, para unos obra maestra y para otros cursilada, pero todos estuvieron de acuerdo en algo, en que Gwyneth estaba espléndida y que su retrato de Viola De Lesseps era impecable y con un Oscar muy bien merecido.

En ese mismo momento Gwyneth se convirtió (como suele ocurrir con las ganadoras del Oscar jovenes) en el centro de todas las miradas y el reclamo de todos los directores, pero ese estatus (como suele ocurrir también con las ganadores del Oscar jovenes) duró poco, pero mientras duró, brilló mucho.

Probablemente sufrió aquello conocido como "ponerse el listón demasiado alto a sí misma", pasarían los años y lo cierto es que no contó con muchas más opciones de brillar tanto como lo hizo aquí, pero le sirvió para demostrar al mundo que era mucho más que una cara bonita y unas medidas perfectas.

Después de ganar el Oscar y antes de ser víctima de acoso a manos del depredador sexual Harvey Weinstein, Gwyneth realizó la última colaboración con su empresa Miramax International antes de que esta desapareciera. Lo hizo bajo la dirección del ganador del Oscar Anthony Minghella en la adaptación de la obra cumbre de la escritora Patricia Highsmith, 'El talento de Mr. Ripley'.

Dentro de la ecuación de esta película Gwyneth interpretó a la tercera en discordia, Marge, la novia de una adinerado playboy (Jude Law) que era el fruto del amor frustrado del joven asesino Ripley al que daba vida Matt Damon. Pese a que toda la película se centraba en la atracción sexual de los personajes masculinos, ella logró brillar por sí misma como esa mujer de carácter que se revelaba al que consideraba el asesino de su prometido.

Un papel discreto que rodó en plena campaña del Oscar de 'Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)', que le permitió afianzar su amistad con Matt Damon y estrechar lazos con Cate Blanchett que también estaba en la producción. Además estaba como siempre preciosa con un estilismo mediterráneo que le hacía parecer una princesa.

Desde tiempos inmemoriales se extiende la tradición de que existe una maldición que afecta a las mujeres jóvenes ganadoras del Oscar, Gwyneth era carne de cañón de esta maldición y por tanto no paró de aprovechar el estatus que le dio el premio y estuvo al frente de proyectos que como suele pasar con las ganadoras, les "aseguraba" una nueva nominación. 'Sylvia' fue el ejemplo perfecto, pero la segunda nominación no llegó, de hecho no llegó nunca.

Un biopic elegante y sobrio sobre la atormentada vida de la poetisa norteamericana Sylvia Plath, era sobre el papel un proyecto de Oscar. Pero la película corrió con la mala suerte de estrenarse meses después de la prestigiosa 'Las horas' de Stephen Daldry, que hizo lo propio con la vida de Virginia Woolf. Por tanto 'Sylvia' pasó sin pena ni gloria y con un estreno limitado por los cines, aún así permitió a Gwyneth demostrar su versatilidad y recordar al mundo porqué tenía un muy merecido Oscar.

Movida por la amistad con John Madden, quien la había dirigido en 'Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)' se volvió a poner a sus órdenes en el drama matemático 'La verdad oculta'.

La película le permitió rodar con Anthony Hopkins que interpretaba a su brillante y desequilibrado padre. Gwyneth lo dio todo interpretando a Catherine, una joven que en la víspera de su cumpleaños siente la presencia de su fallecido padre a la vez que se enfrente a soportar su ausencia y el miedo que le supone sentir que puede heredar su locura. Consiguió la nominación al Globo de oro a la mejor actriz dramática y el renovado respeto de la crítica, aunque la película no disfrutó de la misma suerte que ella y fue rápidamente olvidada.

Ensu nueva faceta como musa indie Gwyneth venía de trabajar con Wes Anderson en 'Los Tenenbaums. Una familia de genios' (2001) y captó la atención de autor James Grayquien la fichó para protagonizar junto a Joaquin Phoenix 'Two Lovers', un intenso drama romántico en el que volvería a entregarse por completo.

Con su característica valentía que le permite asumir riesgos, Gwyneth interpretó a Michelle, el nuevo objeto de seducción y afecto de un atormentado Phoenix y de paso se marcó un singular striptease en una ventana que es de lejos una de las cosas más sensuales y elegantes del cine de aquel año.

Para dar rienda suelta a su capacidad vocal y su talento para la música, Gwyneth aceptó protagonizar una película sobre una estrella del country venida a menos por culpa de su adicción al alcohol.

'Country Strong' le permitió lucirse sobre todo vocalmente, su interpretación estaba tan condicionada por un guión escrito con pozo de telefilm que irremediablemente aunque estuvo genial, no llegó a ningún sitio. Lo más destacable de la producción fue además de ella la canción 'Coming Home', que le valió una nominación al Oscar a la mejor canción que ella interpretó en los Oscars de 2011.

La película más allá de su escaso éxito le sirvió para una vez más para dejar constancia de su amplias facultades artísticas y allanó el terreno para participar en la serie musical 'Glee' en la que fue estrella invitada en recurrentes episodios.

Acabar entrando a formar parte del universo cinematográfico más importante del cine actual fue todo un honor para Gwyneth, pero ella no se iba a conformar con ser la pareja sentimental de Tony Stark (Iron Man), ella haría mucho más que eso y lo demostró en la tercera entrega de la saga y cierre de la trilogía 'Iron Man 3'.

Tras ser infectada con un virus extremo Pepper Pots desarrolla habilidades especiales que le permite empoderarse y ayudar a su pareja cuando este más lo necesita. En un inesperado giro de los acontecimientos Gwyneth se apoderó de la última entrega de Iron Man dirigida por Shane Black demostrando que era mucho más que una mujer florero. Fue la primera de las partenaires femeninas de Marvel que pudo disfrutar de un personaje propio, a diferencia de Natalie Portman en la saga 'Thor', que abandonó esperando un momento que nunca llegó.

Gwyneth se llevó a sus dos hijos al set del rodaje porque quería que sus hijos crecieran viendo como su mamá era capaz de todo y para que entendieran que las mujeres podían hacer todo aquello que se propusieran.