Un detective clásico
Sin spoilers
Tiene la última película de Polanski un delicioso regusto a cine clásico -como todo su cine- y una evolución inteligente del género detectivesco, trufado de las implicaciones sociológicas que determinaron en su día a la Francia que conservaba parte de la grandeza del imperio -a finales del siglo XIX- y a la misma Europa, donde la comunidad judía era mirada de través y con cierta inquina, independientemente de la clase socioeconómica a la que perteneciera.
El revisionismo histórico que realiza el director paradójicamente está casi exento de pasión -cuando debería ser todo lo contrario, habida cuenta del origen judío de Polanski- con un ejercicio notable de objetividad a la hora de ver uno los casos más vergonzosos en la historia militar de Francia, en la que un oficial de origen judío, el capitán Dreyfuss, es acusado de espionaje y condenado a cadena perpetua en una remota prisión en la otra punta del mundo -la Isla del Diablo, en la Guayana francesa-. Pero todo empieza a liarse cuando Picquart toma el mando del servicio de inteligencia del ejército y descubre que quizás el condenado es inocente?
Durante toda la investigación parece que seamos testigos de una carrera de obstáculos estratégicamente situados para minar cualquier intento de descubrir nuevas pruebas, so pena de que el alto mando caiga en el bochorno de haber cometido una injusticia. Pero claro, el caso no sólo tiene matices militares, sino también políticos, al ser judío el acusado (y condenado), con lo que eso significa en ese momento en Europa, con una marcada tendencia antisemita en toda Francia -como luego, con el paso de los años, se vería?-. Toda esa trama detectivesca tiene mucho que ver con el desarrollo clásico al estilo de Conan Doyle, sólo que con un regusto francés inequívoco. Como si viéramos a un Sherlock Holmes menos locuaz y brillante, pero igual de efectivo, agudo, inteligente y resolutivo, sin dejar por ello de ser un "bon vivant".
Una de las principales características de Polanski, aparte de su depurada narrativa y de su habilidad de entresacar lo mejor de los textos que guioniza -en este caso, la novela de Robert Harris- es su capacidad de destilar lo mejor de sus actores, y en este caso Dujardin -por el que siento verdadera debilidad- da un verdadero recital, componiendo a un complejo personaje lleno de matices que van del más completo clacisismo a la modernidad en sus relaciones sentimentales, su sentido de la lealtad, de la amistad, de la justicia, de la bondad o incluso de la realidad, que a veces choca directamente con su propia concepción del mundo. La esposa de Polanski, Emmanuelle Seigner está soberbia, así como todo el reparto coral que representa las instituciones más rancias militares francesas, camuflando el honor con discrección cuando procede. La revolución social que supuso el caso está igualmente bien plasmado, a través de los poderes civiles -como la abogacía o la judicatura- y con especial atención a la prensa, que fue la última responsable de la revisión del caso en el que llegó a implicarse el mismísimo Emile Zola.
Normalmente, este tipo de cine me resulta algo tedioso, ya que se suele adoptar una posición demasiado visceral a la hora de revisar páginas de la historia para intentar reescribirlas, pero la gran inteligencia y capacidad del director a la hora de adoptar una pose neutral es la que dota al film de un gran empaque, llegando a entender en profundidad toda la psicología de los personajes, en una verdadera sinfonía de posicionamientos vitales, sacando a flote conceptos como el valor, el honor o la vergüenza, juzgándolos con la misma severidad con que se intentan defender cuando llega el momento. Una gran obra, de un inspiradísimo Polanski, que está en plena forma. Se me hace la boca agua al pensar que en España pudiéramos hacer un cine siquiera parecido a éste a la hora de revisar nuestra propia historia. Ojalá.
Críticas de los usuarios
Cinefiloman
Polanski y la banalidad son incompatibles.
Que los temas de las películas de Polanski estén de moda es otra historia.
Pero él ahí sigue, haciendo películas sustanciales sobre temas eternos.
Que por ser eternos son actuales. Otra cosa es que interesen.
El tema de este film es "lo correcto"rn¿Hacemos siempre lo correcto o hacemos más bien lo que ...Leer más
federicocasado
Tiene la última película de Polanski un delicioso regusto a cine clásico -como todo su cine- y una evolución inteligente del género detectivesco, trufado de las implicaciones sociológicas que determinaron en su día a la Francia que conservaba parte de la grandeza del imperio -a finales del siglo XIX- y a la misma Europa, donde la comunidad judía era ...Leer más
holasoyramon
Roman Pola?ski tiene 86 años y una vida truculenta.
Padeció el Holocausto, malvivió varios años abandonado después de la Guerra, se quedó trágicamente viudo, huyó de los USA acusado de violación, ha dirigido 26 películas (algunas excelentes), ha sido actor, guionista, productor, misógino, abusador sexual?
Un personaje muy polémico ...Leer más
Críticas de los medios
The Guardian
Es una pieza de carpintería sólida y bien realizada, como una pesada pieza de muebles victorianos; construidos para durar; construidos para ser usados. Cuanto más la miras, más crece la impresión.
Screen Daily
Jean Dujardin está excelente como el oficial francés cuya mayor convicción de que Alfred Dreyfus (Louis Garrel) es inocente de traición le pone en un problema con sus superiores. El actor ganador de un Oscar da a la película su alma, a pesar de la familiaridad del material y de su tono de procedimiento.
The Telegraph
Es un procedimiento sobrio, de cuello rígido, bien filmado pero también dudosamente sin sangre hasta que entran en acción los ritmos más convencionales de thriller paranoico de su acto final.
The Wrap
Cualquier controversia que pueda nacer de la decisión de Roman Polanski de igualarse a sí mismo con una de las mayores víctimas en la historia de la injusticia, se disipa por la apatía resultante de la película.
Variety
'El oficial y el espía' tiene esta calidad de pasó esto y entonces pasó esto otro. Y por eso la película, debajo de las dos dimensiones de irritabilidad por la actuación y la viveza de la época en sus sets y trajes, se siente más obediente que fascinante.
El Periódico
Es una buena película. No está a la altura de las obras maestras de su director -'La semilla del diablo' (1968), 'Chinatown' (1974), 'El pianista' (2002)- pero, valorada por sus méritos artísticos, es una obra irreprochable.