
Más allá de la imaginación
Sin spoilers
Por mucho que me imaginé, me quedé corto, en serio. Apabullante. Definitiva. Sobrecogedora. Emocionante? así podría llevarme escribiendo varios folios utilizando los mejores adjetivos para definir un film que reinventa el espectáculo cinematográfico, pero antes, vamos por el principio, porque seguramente muchos no estén familiarizados con el término ?Avatar?. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es ?Reencarnación, Transformación? y en sentido figurativo ?cambio, vicisitud?, sin olvidar su acepción en la religión hindú, que significa ?encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú?. O sea, que un avatar, es una imagen de alguien que quiere representarse de alguna forma en un contexto determinado, en una acepción más amplia. Seguro que muchos de los que estáis leyendo esta crítica tenéis avatares en foros, en juegos en red, o en el simple facebook. Pues con este término, James Cameron ha realizado la que seguramente pasará a la historia del cine como la película más espectacular jamás creada. Solo han bastado siete películas (y la que nos ocupa, ocho) para que este egocéntrico e implacablemente perfeccionista canadiense manejara a su antojo todos los resortes y mecanismos del séptimo arte, entendiendo tan bien al público que ha logrado un éxito monumental a cada título, regalándonos un cine grandioso, pero con contenido. Un logro pocas veces conseguido en la difusión internacional de las películas de Hollywood, pero que echando un vistazo a cualquiera de sus cintas (desde la primera ?Piraña 2?, hasta la última, ?Titanic?) se vislumbra con total claridad. Cameron además es tan listo que se adapta a los cambios de la industria con la misma velocidad a que se producen: en plena crisis del cine, ha realizado un film a la medida del espectador, ofreciéndole mensajes, una oferta inmejorable de entretenimiento en 3d, un videojuego multiformato (es decir, para todas las plataformas conocidas, desde la PSP hasta la Wii, pasando por PC, PS3, Xbox, etc.), webs interactivas, merchandising? todo lo necesario para convertir en inmortal esta obra contemporánea que a pesar de su bien orientado márketing, no tiene ni un ápice de horterada, contra lo que muchos pudieran pensar: Jake Sully es un veterano de los marines que ha quedado paralítico, pero tiene una nueva oportunidad de servir a su país en el misterioso planeta Pandora, donde será incluido en un programa que transfiere su mente a un avatar, es decir, a un cuerpo clonado con su ADN (o mejor dicho, el de su hermano gemelo) y ADN extraterrestre, convirtiéndole en un indígena del planeta. Su misión consistirá en integrarse con la tribu de seres que intentan defender su mundo de una brutal explotación minera que puede destrozar el ecosistema. Lo que en un principio iba a ser una misión comercial, posteriormente se convertirá en militar cuando el ejército llega para aplastar cualquier insurrección con todo el poderío tecnológico terrestre?. El mensaje ecologista va mucho más allá de la fácil comparación con los Na?vi (la raza alienígena) con los indios, y los marines intergalácticos con los colonos norteamericanos, ya que nos hace ver la interconexiones energéticas de todos y cada uno de los seres vivos que conviven en equilibrio. Cameron también ha incluido en el guión una preciosa historia de amor, en la que se permite trazar una de las más bonitas parábolas contra la intolerancia y el racismo que jamás se haya visto en la historia del cine. Tras doce años de investigación y desarrollo en los efectos visuales, no vamos a decir absolutamente nada, solo que cualquier película con efectos especiales que hayas podido ver (en serio, cualquiera, de la primera a la última) no se acerca ni a un millón de kilómetros de los que se pueden ver en este film. Ver ?Avatar?, es descubrir un nuevo universo, una nueva forma de contar las historias, y una nueva forma de hacer cine, que va más allá de la imaginación de cualquiera. Es definitiva. Es cine puro. Es el futuro del entretenimiento. Probablemente, el espectáculo más redondo, alucinante y bello que se haya visto en una gran pantalla.
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