Los "Avatares" del Cine

¿Por qué no le doy el 10 que muchos entusiastas le han dado? o ¿Por qué no el aprobado por los pelos como otros detractores? Por una simple razón: Avatar es una gran película de entretenimiento. No es la mejor película de ciencia ficción no, -como muchos se adelantan a vaticinar-. Porque sería faltar el respeto a iconos cómo: 2001: Una odisea del espacio (quien Cameron, admira profundamente, al igual que a su creador Stanley Kubrick); pasando por la sensacional Blade Runner o la transgresora Matrix, por citar pesos pesados.

No soporto que muchos de los que han machacado Avatar, sean precisamente los defensores a ultranza del universo Star Wars. Un film al que vapulearon de lo lindo, siendo incomprendido, denostado e incluso tildado de infantil. Y miren ustedes más de treinta años después...

Avatar es una experiencia de inmersión, en eso, Cameron ha tocado las teclas acertadas. Su 3D, en efecto lo es. Donde otros se limitan a pegar sustos o lanzar cosas contra el espectador, él lo utiliza para que sin darse cuenta los más duchos, las profundidades de campo sean enormes, los detalles rayen lo obsesivo y hacer que nuestros ojos se pierdan ante tal aluvión de información. Su Pandora es un canto onírico a las profundidades marinas que durante estos años ha ido explorando en sus documentales. No es la horterada que otros critican. Más que nada, porque si yo fuese Cameron, me importaría un pito ese tipo de comentario frívolo; dado que es mi universo y lo invento como me de la gana. Además, qué pasa, ¿qué últimamente el personal se pega garbeos por planetas y lunas varías? Por favor... Ese Pandora es quizá lo que más me ha hipnotizado, porque sentí cómo debió ser cuando los conquistadores de cierto imperio, aterrizaron por las playas edénicas del nuevo mundo. Igual alguno dijo que era muy hortera, al ser todo tan verde y salvaje...o se ruborizaron al ver a las indígenas en paños más que menores. Pandora y su vida tele-transportan al espectador a un mundo idílico y, pude comprobar en muchos espectadores, una especie de anhelo a un paraíso que jamás el hombre volverá a tener. Quizá sólo sea posible encontrarlo en la pantalla de un cine en tres dimensiones.

Donde la película no me parece ninguna revolución es en su narrativa y su música. Es lícito las referencias y cientos de historias que usted y yo hemos visto, leído y demás, en las cuales Cameron se ha sustentado. Es perdonable que como ninguno de nosotros ha visitado otros lares galácticos, el diseño de las fantasías sean de lo más mundanas, por eso, los Na'Vi son una suerte de Sioux espaciales. Cameron ha asegurado su jugada, confeccionando una historia que de seguro agradará a toda la casa, en un envoltorio fatuo, autoconsciente, convertido en hipérbole de todo su cine anterior. El compositor James Horner hace tiempo que no le veo nada que sobresalga como antaño y, en esta ocasión, se limita a seguir la linealidad del film. Para ello utiliza coros y acordes que recuerdan ritmos africanos para los momentos selváticos más honestos, y marchas militares para los malos, que me recordaron la llegada de Dark Vader a cualquier plaza.

También es bebedora de la más absoluta realidad, como canalizar toda esa América del impresentable George Bush y sus guerras preventivas, auspiciadas por la cultura del miedo, en la piel del coronel terrícola. Existe un trasfondo post-Vietnam en ese marine lisiado, la jungla hostil y un enemigo inferior e infravalorado, que conoce su terreno. Y, ya puestos a tocar temática, Cameron se apunta a la ola medio ambiental imperante, con tintes filosóficos a lo Lao Tse y su todo con la natura.

En otra línea es digno recordar, que aquéllos que han jugado a videojuegos, hallamos experimentado un cierto déjà vu a títulos asombros que nos transportaron más lejos que la galaxia del tito Lucas, como es el caso de Halo, Metroid Prime o Gears o War.

Avatar ya ha pasado a la historia, por contar un cuento lineal de buenos y malos, con las herramientas de un nuevo siglo, que lucha desesperadamente con no desaparecer por culpa de la piratería y, que ve en esas tres dimensiones, un balón de oxígeno nuevo. Es un gran producto de entretenimiento, que abre la puerta a una nueva forma de creatividad. Ahora bien, falta, que esa técnica baje de precio, sino, algo me temo, que 300 millones para hacer realidad ciertas fantasías, sólo seguirá estando al alcance de unos pocos.