"Campeones" o el don de ser especial.

Aunque no sea una manera muy ortodoxa de empezar, valga decir que yo personalmente, como usuaria y amante del cine, he visto Campeones dos veces, y no me importaría volver una tercera. La primera vez fui con una amiga, y me introduje en la película como adulta expectante. No me decepcionó en absoluto, sino que muy por el contrario, me pareció extremadamente reconfortante esa explosión de frescura y naturalidad, esa ventana a un mundo para muchos bastante desconocido, (no para mí, al ser madre de un hijo con discapacidad intelectual), pero no por ello exento de sorpresas, donde se aprecia, por ejemplo, la ignorada cotidianidad del trabajo llevado a cabo por unos seres humanos que se esfuerzan el doble que los llamados "normales", y que sin embargo, a veces no reciben el reconocimiento preciso, como ocurre en el caso de "Benito" en su empleo en la cocina de un restaurante. Esos son los detalles de la historia que más me han penetrado en el interior, con independencia de que el conjunto de la narración, en general, resulta un producto bastante decente.

Los actores, todos ellos, están fantásticos, de un credibilidad total.

¡Ah! Se me olvidaba comentar que la segunda vez que decidí disfrutar de nuevo del filme, lo hice en compañía de mi nieta de seis años, (que salió encantada de la sala, tras recomendarle que no hiciera caso de las palabrotas que algunos de los protagonistas utilizan), y también de mi hijo, a quien mencioné en un párrafo anterior de esta "sucinta reseña", por llamarla de algún modo. Creo que lo más sobresaliente de la cinta es el muy sano ramo de valores que derrama a lo largo de toda la historia.