Lágrimas y fuego

Lo primero que sorprende en 'Cómo entrenar a tu dragón 2' es el oscuro dramatismo, la crueldad en la que se mueve su historia, especialmente impactante tras un inicio que apunta más al público infantil y que termina evolucionando hacia derroteros inesperados, que no sorprendentes. Aquí hay poco margen para la novedad y los ecos shakesperianos que hemos podido identificar en anteriores propuestas animadas terminan abrazados a una espectacularidad visual que mezcla de manera pasional el mundo del videojuego y el de 'Avatar', si es que había diferencia entre ambos. Con un ritmo narrativo en constante in crescendo, comandado por la notable dirección de Dean DeBlois, los lugares comunes terminan cediendo su lugar a problemáticas de mayor entidad como la muerte, el sentimiento de traición o la reflexión acerca del uso de la palabra por encima de la batalla en una historia que termina cautivando a través de sus momentos más íntimos.

Pequeñas píldoras de emoción perfectamente insertadas en un conjunto que no olvida su objetivo principal, ofrecer un espectáculo para toda la familia que deje satisfechos a padres e hijos. Para ellos está diseñado un clímax final deslumbrante, con una fuerza dramática y un diseño de producción que deja con la boca abierta y que sitúa entre lo mejor que nos ha dado el género en los últimos años. De este modo, 'Cómo entrenar a tu dragón 2', pese a no ser la secuela de las secuelas del cine de animación que anunciaba parte de una crítica que, imagino, no ha visto la trilogía de obras maestras de 'Toy Story', termina superando y elevando un listón que no estaba tan alto como parecía. Ojalá la valentía se mantenga y ese mundo adulto al que parece hacerle un guió en sus mejores momentos se mantenga en el cierre de una trilogía que, ahora sí, vuela alto mezclando lágrimas y fuego.