Ratas humanas

Ratas. Una serie de protestas ciudadanas en contra del sistema económico que está corrompiendo al mundo tienen como principal lema que se sustituya la moneda de cambio por ratas. En mitad de una vorágine de clamor popular, un joven multimillonario viaja en limusina entre manifestantes a través de una urbe sitiada con motivo de la visita del presidente con la única finalidad de atravesarla para hacerse un buen corte de pelo. A lo largo de su particular odisea, seremos testigo del día a día de un personaje escaso de sentimientos y del desfile de individuos con quienes se codeará.

DeLillo, cuya prosa incisiva le ha otorgado la catalogación de uno de los grandes autores de la novela contemporánea, ejemplificaba claramente su malestar con el sistema actual a través de 'Cosmópolis', surgida tras los sucesos del 11-S, una oda al desasosiego de la población hacia el sistema. La obra de 2003 del autor posmodernista por excelencia da pie a un guion escrito por el propio Cronenberg en una etapa plenamente madura donde sus films de violencia visceral han pasado a ser visceralmente violentos no por cómo cuentan los hechos sino por lo que cuentan.

Lejos estamos del Cronenberg de los 70 y 80, cuando nos dejó auténticas joyas del terror más carnal (véase 'Shivers', 1975; o 'Videodrome', 1983), incluso del de los 90, cuando dio rienda suelta a un estilo más cercano al thriller ('Crash', 1996) y coqueteó con la ciencia-ficción más pura y dura ('eXistenZ', 1999). Tras dirigir dos de sus quizá más personales y profundas obras que indagaron en los límites violentos del ser humano ('Una historia de violencia', 2005; y 'Promesas del este', 2007), el autor nos da su visión acerca de la cruda realidad que nos rodea, para la cual cuenta con un Robert Pattinson con un papel que parece sentarle como anillo al dedo.

Quizá una de las principales sorpresas del film sea esa: la (arriesgada) elección de un Pattinson dispuesto a desligarse del papel de vampiro que lo catapultó a la fama (desde aquí auguro que seguramente sea el único crepusculiano con una carrera actoral alejada de la franquicia de chupasangres y hombres-lobo para quinceañeras y menopáusicas) queriendo demostrar que hay vida más allá de Edward Cullen. Su interpretación de archimillonario e hipocondríaco joven en una carrera hacia lo que parece ser su propia autodestrucción a través de una retahíla de diálogos cuasi oníricos con una serie de personajes que no son más que el claro reflejo de una sociedad en plena decadencia (impagable Juliette Binoche), hacen del nuevo trabajo de Cronenberg un producto cuyo resultado final no deja indiferente a nadie y forma parte de ese complejo grupo de películas que u odias o amas.

Lo mejor: Juliette Binoche y la escena del chófer y la pistola.

Lo peor: un desenlace demasiado largo.