
esta muy bn pero faltaba algo
Sin spoilers
Desde que el tiempo es tiempo y el cine es cine es habitual encontrar películas que tengan un único objetivo: complacer sólo a unos pocos. Los libros de Stephanie Meyer se han convertido en mitos para millones de adolescentes a lo largo del globo. Pueriles, algo densos y bastante ñoños son una literatura poco apta para paladares exquisitos. Son los perfectos sustitutos de Barco de Vapor para una generación que crece con iconos y mitos diferentes. Si antes los vampiros sólo se podían contemplar con miedo y angustia la visión de esta escritora mitifica e idealiza desde un prisma romántico y preciosista a los chupasangres integrándolos en el universo de los americanos de diecisiete años.
Si se excluye el tema metafísico y paranormal de la procedencia de los Cullem el resto de la cinta es una aventura adolescente de instituto cualquiera. La típica chica nueva procedente de una gran ciudad llega a un pueblo perdido, acostumbrada al sol y a la libertad se encuentra en un minúsculo poblado donde todos se conocen y en una escuela donde ella es el centro de atención. Una familia algo excéntrica y apartada llama inmediatamente su atención. Concretamente uno de los hermanos, Eduard, despertará su interés, sobretodo después de un accidente en el parking del colegio.
Robert Pattinson, conocido por su fugaz paso por la saga Harry Potter (para los despistados quizás les suene el nombre de Cedric Diggory) consiguió el papel entre 6000 aspirantes. Quizás uno de los mayores aciertos de castings de la historia del cine reciente. Con un británico encanto y un aire entre raro y atractivo consigue dar una cierta gracia a su personaje sin ser todo un sexymbol. Bella quizás es la que más flojea de entre sus compañeros.
Pero a pesar de que el libro era bastante infantiloide la película remonta bastante bien el vuelo. Es entretenida y con cierto ritmo. Decide obviar las interioridades de su protagonista femenina seduciendo con una fotografía cuidada y una ligereza digna de agradecer.
A pesar de la manía que podía despertar a priori el visionado, una vez superados los discursos internos de Bella, la película tiene una cierta gracia que le achaco a Catherine Hardwicke, su directora, responsable de la tan diferente Thirteen y que sorprendentemente ya ha declinado el ofrecimiento de realizar su segunda parte.
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