La sangre es del mismo color para todos

Quentin Tarantino es un fanático de los géneros pasados de moda y, por lo tanto, ya le tocaba revitalizar los westerns americanos a través de su particular visión sangrienta y alocada. Y no defrauda con su 'Django desencadenado'. Logra, en primer lugar, darle una vuelta de tuerca a la historia, al poner a la cabeza de su aventura a un esclavo, a quien, efectivamente, es visto con malos ojos por el resto de los personajes, ya sí más adecuados a esa visión estándar de las películas del Salvaje Oeste.

Pero esto no lo podría haber conseguido él solo. Al convincente Jamie Foxx como ex-esclavo vengativo se le suman los sobresalientes Christoph Waltz y Leonardo DiCaprio, además de su inseparable Samuel L. Jackson y la adorable Kerry Washington. No nos podemos olvidar, claro está, como en todas las películas del director, de su portentosa banda sonora. La historia va ganando fuerza a medida que avanzan los minutos, cual bola de nieve que se va acrecentando conforme sigue rodando.

Quizás sí que se le están empezando a echar en falta aquella asombrosa habilidad con la que creaba aquellos ingeniosos y delirantes diálogos y situaciones por las que, el director y guionista, ha sido siempre alabado, y que alzaron a lo más alto las inolvidables 'Reservoir Dogs' o 'Pulp Fiction'. Algunas escenas son demasiado absurdas, y es inexplicable la instantánea formación de Django como el pistolero más rápido del Oeste, que le convierten en una versión de 'Kill Bill' con sombrero y escopeta.

No podía faltar tampoco el ambiente de polémica que suele empapar sus filmes, esta vez, suscitado por el indeseable caso de la esclavitud. Pero Tarantino es un hombre que le encanta la polémica, describen su imagen, su forma de ser. Su gusto por la provocación le ha acarreado numerosas críticas por parte de los sectores más conservadores, además de por algunos de sus compañeros en la dirección (es sonado el pulso que mantiene con Spike Lee). Sin embargo, a Tarantino nunca le ha importado mucho lo que piensan sobre él, más allá de que tiene un talento innato con el que es capaz de convertir los vicios en virtudes.