Echaba de menos al Spielberg familiar

Mas allá de los diálogos y factura técnica que puedan contener Lincoln y El puente de los espías reconozco que me aburrí bastante sobretodo en la de Day Lewis. Y como espectador prefiero al Spielberg familiar y aventurero que el de los premios aunque eso no quita que me fascine La lista de Schindler, solo que las dos últimas cintas históricas no me llegaron a convencer y tras la diversión que me dio Tintín pues echaba de menos trabajos así. Con esto no quiero decir que Mi amigo el gigante esté al nivel de las obras cumbre de su filmografía, ya que peeronsalmente el material de origen tampoco es que me parezca sensacional tras haber visto la obra de animación del 89 que comparte muchas similitudes con esta de Steven. El materiral de primeras es largo para lo que cuentan y corto en la parte que interesa que es la de los sueños donde se profundiza poco al menos en lo visual que lo necesita y no lo muestran en ambas cintas. El humor de Dhl, la música de Williams, la fotografía de Kaminski y los planos característicos de bosque/sol de Spielberg nunca faltan. Su primera hora puede ser tediosa para los niños (a quien más de uno escuché preguntar cuanto quedaba a los 40 minutos de película) ya que se limita a la relación entre el gigante y la niña y poco mas porque no ocurre nada trascendental hasta que entran en juego el resto de personajes y Spielberg mete su talento para conmover, divertir y emocionar al espectador. Una segunda hora maravillosa y graciosa además de asombrosas visualmente como lo fue Tintín, lo que dan 140 millones de presupuesto (Dioses de Egipto ha costado lo mismo). No está entre las mejores ni tampoco entre las peores, los fans del director disfrutarán, los niños lo pasarán bien en muchos momentos y los fans de Roah Dahl disfrutarán, creo que en conjunto es una película satisfactoria aunque no deje de ser un cuento predecible y carente de sorpresas. Siéntate, disfruta y atiende porque no creo que a Spielberg le falte mucho rodeo en el cine familiar. Mención especial para Mark Rylance quien resulta muy desternillante su formar de hablar y pegar patadas al diccionario y tan entrañable por lo bonachón que es. Buena.