
El hombre tras el genio
Sin spoilers
No es tarea fácil llevar a la pantalla la vida de un genio y salir airoso en su resultado final. La vida (y desdicha) de Alan Turing ha encontrado en Cumberbatch un intérprete a su altura, capaz de hacer suyo tan complejo personaje sin rayar en la caracterización extremada. Una vez más, estamos ante una biografía cinematográfica que debe más al actor que la protagoniza que a la historia que cuenta. Sin ánimo de desmerecer la formidable tarea que el novato Graham Moore ejerce a la hora de guionizar la novela 'Alan Turing: The Enigma de Andrew Hodges', ni la pulcra realización del noruego Morten Tyldum.
Matemático, criptógrafo, lógico y teórico, Alan Turing trabajó su brillante mente desde su más tierna infancia. Graduado en Cambridge, durante la Segunda Guerra Mundial sería reclutado para descifrar los códigos de Enigma, máquina utilizada por los nazis para la transmisión de mensajes cifrados. El film viaja al pasado a través de flashbacks que ahondan en la adolescencia del joven Turing y la relación (más allá de la amistad) con su compañero Christopher, otros que nos explican el proceso de lucha del séquito de sabios contra la máquina, y un presente fílmico con un Turing perseguido por la policía. Puede que el principal problema de la película de Tyldum sea el de querer abarcar demasiados aspectos de la biografía del genio, o incluso el ahondar poco en la propia máquina como ente principal de una historia que en ocasiones parece girar en torno a ella, mientras que en otras prefiere centrarse en el resto.
Con un plantel de secundarios que arropan a la estrella del film (Benedict, que no Enigma) de forma solvente, el engranaje de la máquina logra llevarnos a través de todo el seguido de éxitos y fracasos de un Turing que en ocasiones puede llegar a ser más Sheldon Cooper que Cumberbatch.
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