Buena película, pero...

Las grandes expectativas generadas antes de ver una película no suelen ser buena cosa: cualquier cosa nos sabrá a poco. No sé si esa ha sido la razón para que esta buena película de miedo no me haya entusiasmado. He de decir que el primer tercio de la película está muy logrado y realmente consigue que el planteamiento realizado despliegue sus efectos sobre el espectador: la historia nos envuelve, el miedo nos inunda y consigue que acompañemos de la mano a los protagonistas a esos lugares a los que sabemos que no debemos entrar. Mientras la película va proporcionando datos e información al espectador, el interés y el miedo se van acrecentando; el director plantea un escenario de terror en estado puro a través de las buenas interpretaciones de las actrices que dan vida a la madre y a sus hijas, y eso consigue llegar al espectador, con verdad y sordidez. Creemos que lo que les está pasando, aunque no sepamos lo que es, nos podría pasar a nosotros, y esa idea nos asusta, no quisiéramos estar en su piel. Debo asumir que este efecto bien logrado tiene que ver con que aseguran que la historia está basada en un hecho real, pero no se puede negar el mérito del director en recrear ese escenario real y creíble. Sin embargo, cuando la trama ha sido revelada y conocemos con exactitud qué horrible circunstancia genera todo el mal, la película decae un tanto a varios niveles y de repente se convierte, aún dentro de la categoría de las buenas películas, en una con un argumento más bien anodino y demasiado próxima a tópicos del género, los cuales han perdido la capacidad de sorprender al espectador. Finalmente, cabe sin duda destacar la interpretación las actrices que encarnan a las dos protagonistas, cada una por razones diferentes, pero que dotan a la película de empaque interpretativo sólido.