Las consecuencias de un guión predecible

El elegido (Le concile de pierre) es una coproducción francogermana dirigida por Guillaume Nicloux que mezcla suspense, acción, fantasía y drama.

Suena bien, ¿verdad? Pues olvidaos de ella.

La película cuenta la historia de Laura (Monica Bellucci), una científico francesa que ha adoptado a un bebé tailandés, Liu-San (Nicholas Thau). Al cumplir los siete años, una suerte de antojo aparece en el pecho del joven muchacho, al mismo tiempo que madre e hijo comienzan a compartir extraños sueños. Tras un accidente de tráfico en el que Liu-San queda en coma para recobrarse con inusitada rapidez, Laura tratará de desentrañar las raíces de su hijo adoptivo con la ayuda de Serguei (Moritz Bleibtreu), descubriendo una ancestral leyenda en la que Liu-San parece tener un papel trascendental.

Thriller, drama, acción, fantasía e incluso algo de terror es lo que pretende vendernos esta cinta francesa, pero lo cierto es que El elegido es una película previsible hasta la saciedad y llena de tópicos, en la que Monica Bellucci, cambio de look incluido, se limita a repartir miradas plañideras y emitir estridentes gritos en lo que se antoja un pobre homenaje a Jamie Lee Curtis en La noche de Halloween.

La trama, por ello, incluso llega a resultar atrayente durante los diez primeros minutos de metraje, en los que oscuras secuencias carentes de diálogo parecen recrear una atmósfera más que prometedora. Pero, a partir de ahí, El elegido se va desvaneciendo lentamente, tornándose insustancial por los recursos esgrimidos, vergonzosamente previsibles, y en los que ni siquiera una actriz de la talla de Catherine Deneuve logra salvarse de la mediocridad, del mismo modo que Moritz Bleibtreu (Llamando a las puertas del cielo, El experimento, Corre, Lola, corre).

Sin tener en cuenta la frágil sostenibilidad de su pobre argumento, El elegido parece deambular por diferentes registros sin contentarse con ninguno, con un inicio de película que incluso podría llegar a recordar de alguna manera a El sexto sentido en el modo en que ha sido rodado, derivando a una suerte de thriller cabalístico, para acabar en un pobre conato de drama en la línea de No sin mi hija o algo similar, pero con brujería y transmutaciones en animales de por medio. Por el camino, podemos encontrarnos con unos efectos especiales que dejan bastante que desear, una investigación policial que no lleva a nada, y ritos paganos de baja estopa, todo ello con unas interacciones entre los personajes que nos resultan tediosas y monótonas.

Resumiendo: El elegido es una película bastante aburrida, no necesariamente por su argumento, el cual se sostiene con pinzas, sino por un abuso de tópicos que hacen que perdamos todo interés por ella a los veinte minutos de metraje.