Stallone le mete su gorda polla por el culo a Stone y le dan un Razzie (AKA) Quiero 20 Razzies

Sylvester Stallone es uno de mis actores favoritos. Lo mismo que empuña pistolas, ametralladoras y piezas de armamento pesado, así como rueda películas entretenidas, que disfruta y proporciona placer a la señorita Stone y a todos los espectadores a los que nos ha quedado este también entretenido legado, ya de 20 años de longevidad. Lo que se dice todo un crack.

En esta película el legendario Rocky es un especialista en explosivos, pero lo que mejor parece dársele es tapar agujeros (uno en concreto) con su brocha efervescente. Lo mismo que Sharon, cuyo objeto de contratación prioritario de Rocky parece ser el de un asistente sexual, quedando en un segundo plano la tarea encomendada de vengar a sus familiares mediante el asesinato de Eric Roberts y de toda su pandilla. El contratado cumple con gran placer los dos trabajos encomendados y así es como transcurre toda la película: plic-ploc, plic-ploc, plic-ploc. Se conocen aparecen unas cuantas escenas que son de mero tránsito y plic-ploc, plic-ploc, plic-ploc. Entremedias Sylvester denota un par de bombas y otra vez plic-ploc, plic-ploc, plic-ploc. Eso se llama INICIATIVA. Es lo que se dice un empleado competente, entregado y polifacético, cualidades que se piden hoy en día hasta para freír nuggets en un Burguer.

La película es mala, pero no disgusta. Una solitaria y tremendamente vulnerable Stone provoca atracción y se enrosca cual serpiente embelesada en las fornidas piernas de Stallone, cual vive sólo para su trabajo, pero que termina por relajarse y soltar paulatinamente sus férreos principios de la no existencia de vida privada para dejarse llevar por los atributos de una dócil guarra que retoza a su lado y da todo lo mejor de sí. Lógico y a su modo previsible. Eso sí, ¿dónde está el glamour?

Aprovecho el hallazgo de una interpretación que al menos no dé vergüenza ajena mencionar de la malograda carrera de Eric Roberts, el eclipsado hermano mayor de Julia para hablar un poco de él. Da un poco de grima ver como ese apuesto tipo que trasega su tequila sin hielo con suma elegancia y sin el más mínimo amago de torcer el gesto, participa en películas de ínfima calidad, cintas de sobremesa y en todo proyecto de Serie B que se encuentra a su paso, sugurbio negro del cual no hay salida ni redención posible. Dura cadena perpetua contra la cual toda lucha es una derrota permanente que te arrastra más y más de donde tanto anhelas salir.

Si es que al final Luis Llosa, cachondo mental, pervertido vicioso, no ha hecho un tan mal trabajo. Hace favores, proporciona entretenimiento, - anda si hay gente que se la sigue cascando cada vez que este filme obtiene un pase por la televisión, - y él mismo no se lo pasa tampoco nada mal. No entiendo tanto Razzie.