El arte de la acción
Sin spoilers
La estrella de Keanu Reeves llevaba tiempo apagada cuando en 2014 nos sorprendió con el sleeper de la temporada, 'John Wick', una cinta de acción brutal y exagerada en la más pura tradición del cine testosterónico de los 80 y 90 que relanzaba la carrera del actor, ahora convertido en el John McClane del siglo XXI.
Después del éxito de aquella película, llega el segundo capítulo, 'John Wick: Pacto de sangre', también dirigida por Chad Stahelski, que eleva el listón de la primera parte considerablemente. Sin sacrificar la sencillez y el minimalismo que hacían de 'John Wick' un producto contundente y eficaz, 'Pacto de sangre' expande su universo, multiplica los enemigos y eleva las cotas de violencia y acción, con secuencias excelentemente coreografiadas y filmadas, y un sentido de la estética muy desarrollado. Destaca sobre todo en su magnífica recta final, un épico todos contra uno seguido de el enfrentamiento final con el villano en una instalación de arte que hace las veces de casa de los espejos, y que planta los cimientos para una tercera parte que promete.
Hay que elogiar a Stahelski por su uso de la cámara, por el ritmo que imprime a la historia y las imágenes tan violentas a la par que elegantes que nos regala. Pero también a su protagonista, que da vida a un héroe inexpresivo y silencioso con mucho dolor e intensidad contenida. 'Pacto de sangre' es visual y técnicamente sobresaliente, además de contar con un sentido del humor muy autoconsciente (¡esa reunión de Matrix!), en definitiva, una película imprescindible para los fans del mejor cine de acción.
Críticas de los usuarios
pedrogjeje
La estrella de Keanu Reeves llevaba tiempo apagada cuando en 2014 nos sorprendió con el sleeper de la temporada, 'John Wick', una cinta de acción brutal y exagerada en la más pura tradición del cine testosterónico de los 80 y 90 que relanzaba la carrera del actor, ahora convertido en el John McClane del siglo XXI.
Después del éxito de aquella ...Leer más
alesnake22
-Un buen puñado de escenas de lucha minuciosamente ejecutadas son el plato principal de esta secuela. También el aperitivo, el entrante, el postre y hasta el café del final. No hay nada más.
-Toda película, del tipo que sea, necesita de un argumento creíble que la haga avanzar. La acción por la acción no es suficiente.
El estreno de esta secuela ...Leer más
erjosu9
Hace dos años y medio llegó Keanu Reeves tras varios intentos de hacer una cinta medianamente decente y cuando nadie lo esperaba llegó con John Wick (inédita en España en cines cosa que sí llegaron LOL de Miley Cyrus y Ramona y su hermana de Selena Gómez, incomprensible) inmortalizando un personaje con un pasado oscuro pero del que cuentan muy poco ...Leer más
Críticas de los medios
Roger Ebert
Una película más audaz, intrépida y más violenta que su predecesora. También es sorprendentemente divertida, exprimiendo el humor de sus caídas y el seco ingenio en momentos desesperados.
Time
'John Wick: Pacto de Sangre' tiene un estilo que quemar, y ¡oh! cuánta violencia -terrible, cruje huesos, gloriosa violencia, bellamente orquestada por su director, Chad Stahelski.
Los Angeles Times
Como 'John Wick', 'Matrix' combinaba dos mundos diferentes y escogía a Reeves como el luchador que trata de dejar uno de ellos detrás. También narra perfectamente una historia independiente que fue forzada, por los imperativos del Hollywood comercial, a generar dos comercialmente exitosas pero críticamente ridiculizadas secuelas.
Rolling Stone
¿Recordáis como 'John Wick' nos levantó de la silla en 2014? Ahora ha vuelto y mejor que nunca.
Chicago Sun-Times
Justo cuando pensábamos que Keanu Reeves estaba destinado a una carrera de películas mayormente olvidables, de esas que se comercializan directamente en DVD, el tío protagoniza una auténtica franquicia de acción de primera categoría.
Entertainment Weekly
La idea de un mundo secreto de asesinos profesionales adhiriéndose para celebrar convenciones civilizadas puede sonar absurda, pero eso es lo que hace al Wickverso más intrigante y mucho más rico que la insensible orgía a la que nos tiene acostumbrados el nihilismo cinematográfico.