Un milagro en equilibrio

A esta película le pasa lo mismo que le pasaba a la obra de teatro en la que se basa, tiene mil elementos que podrían funcionar mal pero por una cuestión de talento y puede que de azar todo funciona perfectamente.

No es un musical al uso, y no es una película al uso, moralmente es ambigua y arriesgada, y si nos ponemos a analizarla en profundidad las capas y contradicciones de las dos tramas principales son alucinantes.

Es una historia de vocación espiritual y de salida del armario, y ambas cosas se tratan al mismo nivel de libertad y respeto, por contradictorias que parezcan.

El milagro es que esto es un musical que no es un musical, es una película con canciones que funciona como un musical. Es una comedia sin chistes, pero que arranca carcajadas constantemente, va sobre temas muy serios y consiguen hacerlo.

El milagro también está en las actrices, motor principal de la obra y película, la construcción de personajes y relaciones entre ellas es tan potente que funcionaría sin decorados ni escenografía, como muestra esa potentísima escena final en al que cuatro mujeres tienen una alucinación colectiva en una cabaña de la Sierra de Madrid, pero que para los espectadores se convierte en un maraviloso número final.