Justo lo que esperabas

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Crítica de 'Los indestructibles 2'

De federicocasado

25 Aug 2012

7,4

Sin spoilers

Los juicios a Stallone suelen ser muy injustos. Ya nadie se acuerda que estuvo nominado al Oscar al mejor guión y mejor actor principal por "Rocky" (primera parte). Tampoco se acuerdan que creó a dos de los personajes más perecederos de la historia del cine -el propio Rocky y John Rambo, por mucho que les moleste a algunos-. De acuerdo, no es Laurence Olivier, pero ha demostrado saber lo que se hace, al menos en cuanto al cine. Porque, seamos sinceros... ¿qué es el cine? El cine es que nos cuenten una historia de manera original, que nos cumplan nuestras expectativas y que nos aporte la palabra básica, que tan denostada está en nuestro idioma, y que tan valorada está en el idioma de Hollywood: entretenimiento -entertainment, en la lengua de Shakespeare-. Y está claro que Stallone de esto sabe. Sabe cantidad.

Haciendo un doble giro y tirabuzón y sabiendo que había encontrado la gallina de los huevos de oro en un neo renacimiento de los "Action Men" de los ochenta, creó hace dos años "Los mercernarios", que ya va camino de convertirse en una más que rentable franquicia que ha tenido la habilidad juntar a prácticamente todos las míticas estrellas del género -o subgénero, como prefiramos-: además del mismísimo Rambo -o sea, él mismo...-, Schwarzenegger, Willis, Jet Li, Rudolph Lungrend...a los que se les unen las jóvenes promesas actuales de este tipo de cine con Jason Statham a la cabeza. Pero no solo se queda ahí, porque entonces sabría a poco: va mucho más allá añadiendo una insólita e inteligente complicidad con el espectador para parodiar a todos estos abueletes rebosantes de botox, textosterona y esteroides.

Confieso que cuando me enteré que en la siguiente película de estos personajes -de los que ya se está especulando sobre una tercera parte...- estarían Van Damme y señores...¡¡Chuck Norris!!, empecé a contar los minutos. Porque esto tenía ya que ser el despiporre. La cachondada absoluta, y así ha sido. Stallone ha tenido la inteligencia de darle la dirección a un curtido artesano en este tipo de filmes, Simon West ("Con Air", "The Mechanic") para articular una historia que únicamente sirve, como debe ser, para lucimiento, parodia y desmadre de cada uno de los personajes, que cada uno tiene su minutito de gloria. ¿Que es predecible? Evidentemente, ¿qué esperabas?

Resulta que el grupo de mercenarios sigue haciendo de las suyas, pero un buen día vuelve a aparecer el misterioso señor iglesia reclamando los cinco millones de dólares que se han llevado esta panda de listos en motos y aviones. El caso es que le perdonan todo con tal de que recuperen un objeto que contiene un secreto que no debe llegar a estar en las manos equivocadas. Vamos, un McGuffin en toda regla, que aunque luego se explicite un poco más, no sirve para nada más que pare que los mercenarios demuestren lo que pueden llegar a hacer cuando se enfrentan a un malvadísimo capo mafioso que quiere tener el control del mundo.

Ríete de cualquier película de acción de los ochenta, noventa y del nuevo siglo que hayas podido ver, porque aquí hay más tiros, golpes, explosiones y persecuciones que hayas visto jamás. Y todas juntas. Pero eso no es lo mejor. Lo mejor es la complicidad de los propios guionistas en ofrecer todo un festival temático de los propios personajes. La aparición de Chuck Norris y sus diálogos merecen estar en lo más alto de un museo de su propia figura. Nunca Norris será tan grande como lo ha sido en esta película, a sus 72 tacos. Nadie puede superarlo, de corazón. El cine estalló en aplausos cuando Norris apareció, y mucho más cuando articuló algunas de sus frases, que son absolutamente míticas (Me dijeron que te había picado una cobra...-responde Norris-, sí, me picó y después de cinco horas de horribles dolores, la cobra murió). Si es que no es tan difícil, hombre, hay que darse cuenta de dónde estamos, y a lo que vamos... Vamos a dejarnos de mariconadas, y lo mismo que José Luis Torrente homenajeaba a su querido Fary, ahora tenemos la oportunidad de homenajear a todos juntos: a Terminator, a John McClane, a Rambo, a Rocky, a Van Damme, a Norris... qué desparrame, madre del amor hermoso.

Así que "Los mercenarios 2" es lo que es: acción, tiros, añoranza y disfrute de nuestra propia memoria cinéfila sobre el género de acción, sobradamente complacida con un producto que está bien hecho, bien diseñado, bien montado, bien dirigido y que tiene la grandeza de auto saberse plenamente consciente de sus limitaciones, de lo que tiene que ser. Por eso dije al principio que por mucho que lo critiquen y aunque pueda parecer un alelado, ha sabido tomarle el pulso al público durante varias décadas, y ha sabido ofrecerle lo que quería ver. Quería ver a Rocky, y lo hartó de Rocky. Quería ver a Rambo, y lo hartó de Rambo. Luego quería volver a verlos pero con más años y arrugas, y consiguió reencontarse con su público y sus dos queridos personajes. Porque por más que lo intentó -hizo comedias, películas serias junto a Robert De Niro, etc.- la gente quería verlo dar tiros y guantazos. Y recibirlos.

Ahora finalmente y como colofón a una carrera que parece no terminar -porque señores, anda que no sigue fuerte a sus 66 años, dónde hay que firmar...- Stallone vuelve a tomarle el pulso al público, y le ha dado justo lo que quería, un producto de los que ya no se hacen y donde ni hacen falta los trucos digitales de los efectos especiales, ni la tecnología de de otras franquicias de acción como "Mission Impossible": aquí lo que hay es lo de toda la vida, es decir, guantazos, bofetadas, tiros y persecuciones. Como Dios manda. Pues, nada señores, a disfrutar de esta ración doble. Yo lo hice. Por cierto, imprescindible paquetón de palomitas gigante y refresco. Porque que lo que es, es.

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