
Kame Hame Ha
Sin spoilers
No creo que fueran muchos los que esperaran una gran película del debut como director de Keanu Reeves, sobre todo después de haber intervenido como actor en films cada vez más mediocres, pero viendo su supuesto amor por las artes marciales, al menos podíamos pensar que El poder del Tai Chi sería un entretenido homenaje a este género cinematográfico. Quizá haya puesto todo su empeño en grabar las escenas de lucha, pero a costa de descuidar totalmente la historia que hay detrás.
Tiger Hu Chen, coreógrafo de peleas reconvertido a actor, interpreta a un joven aprendiz de Tai Chi, arte que él emplea para competir en varios combates, adaptándolo a su propio estilo. Al salir por televisión, le llega la oportunidad de competir para un poderoso millonario, pero comenzará a replantearse las cosas cuando vea que la organización para la que acaba trabajando es mucho más peligrosa de lo que creía.
Reeves, en su ópera prima, cree que puede ofrecernos un festival de coreografías bien orquestadas para paliar un guión sumamente endeble y mil veces visto. Es otro Mortal Kombat disfrazado de artes marciales de calidad, con un toque de risibles semejanzas a Dragon Ball en su tramo final. Así, lo que empieza como una cruda demostración de habilidades de combate, acaba en una suerte de golpes y hondas mágicas. No se profundiza en el importante dilema entre el Tai Chi como técnica de relajación/meditación y este arte como forma de lucha, por lo que la transformación maligna del personaje se antoja forzada y poco convincente. Por cosas como estas es por las que el cine de acción y artes marciales se sigue asociando con escasa creatividad argumental y pobreza narrativa. Y con razón, por mucho que nos pese a los aficionados.
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