
'Un asunto de familia': Detrás de la cortina
Sin spoilers
Hirokazu Kore-eda escapa de cualquier espectro de victimismo para rodar un magistral retrato de los verdaderos lazos familiares. Filme que pone frente al espejo varias realidades incómodas de difícil respuesta. Una auténtica joya del cine. Si hay alguien experto en adentrarse en las relaciones familiares, ese es Hirokazu Kore-eda. Considerado el heredero del cine de Yasujiro Ozu y Mikio Naruse, el cineasta japonés ha sabido combinar cine costumbrista con una ajustad dosis de cine social.
Después de salir de su zona de confort con la hipnótica 'El tercer asesinato', el director vuelve con la fascinante 'Un asunto de familia', ganadora de la Palma de Oro en el 71º Festival de Cannes, candidata al Globo de Oro y elegida por Japón para representar al país en los 91º Premios Oscar. Sin duda, Kore-eda acierta inicialmente entremezclando esa crítica social, con escenas de lo cotidiano, con personajes muy carismáticos, empezando por el padre, interpretado por el humorista Lily Franky, pasando por la madre, magnífica transformación de Sakura Ando, llegando a la abuela, espléndida Kirin Kiki en uno de sus últimos papeles en el cine antes de fallecer, y terminando con los niños, Kairi Jô y Miyu Sasaki, que llevan la mirada del espectador al ser capaz de transmitir la más profunda alegría, como también la más desgarradora desolación.
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