
Un deleitoso paseo por París.
Sin spoilers
Sutil, dulce, delicada, mágica, así son las cualidades de la película.
Una película para el disfrute de los sentidos, para la contemplación de una ciudad anclada entre el pasado y el presente que nos hace deleitar de sus numerosos escenarios llenos de magia, de vida y de historia.
Un espectacular guión nos lleva de la mano para conocer París, con la dosis de humor e ironía justa, a través del protagonista, un joven guionista de Hollywood, que se quiere dedicar a la literatura. Confundido y apasionado por las luces de París, recorrerá sus calles y descubrirá el gran secreto de la película que sucede medianoche. Este secreto es el mayor encanto de la película, y obviamente si sabes el secreto antes de verla, la película pierde toda la magia y todo su sentido.
Gran reparto de actores, encabezado por un irreconocible ( irreconocible porque por primera vez me lo creo actuando) Owen Wilson, una insoportable Rachel Adams ( muy apropiada para el papel), una encantadora y perfecta ( como siempre) Marion Cotillard, una desenvuelta Carla Bruni en su primera incursión al cine, un hilarante Adrien Brody, entre otros; que conforman el reparto de la película.
La delicada y fiel representación de París vista por Woody Allen, y su más cierto toque en el arte de contar historias, es el principal punto de atención de la película. Su mejor baza, por lo que merece la pena verla y gastarse el dinero. Allen vuelve a hacer una obra que le falta algo para llegar a ser una obra maestra. Así, espero su incursión por Roma con interés.
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