El club de los no suciadas

Considero a Pascal Chaumeil un director interesante que, sin embargo, sigue una peligrosa tendencia de escoger para sus proyectos los guiones más mediocres y de un convencionalismo casi vulgar. Posiblemente, ésta haya sido la mejor elección de su carrera, que quizá tampoco sea decir mucho, pero ha sabido ir a lo seguro, con la adaptación del best seller del escritor Nick Hornby. A pesar de ser su película más seria y, en ciertos aspectos, madura, el resultado tampoco ha acabado de convencer.

La premisa del film resulta prometedora. Cuatro desconocidos coinciden en la azotea de un edificio en nochevieja, con la clara intención de quitarse la vida. Sin embargo, prometen darse una última oportunidad, y quedan en no suicidarse hasta el día de San Valentín. A medida que se conocen, irán forjando una extraña amistad que les hará replantearse sus vidas.

El guión está planteado para que surja la fricción entre los personajes, pues todos ellos tienen carácteres y costumbres muy distintas. De hecho, la película está dividida en cuatro partes muy diferenciables, pues cada una tiene como narrador a uno de los cuatro protagonistas. No es que esté mal, pero las intenciones de no salirse de lo establecido quedan patentes durante casi todo el metraje. La adaptación de Jack Thorne prefiere ser sólo correcta, antes que arriesgar un poco. Así, Chaumeil, sin comerlo ni beberlo, logra dirigir otro de esos productos en los que todo lo importante son las apariencias, y que los personajes caigan simpáticos al espectador. Esto la convierte en una película agradable, para todos los públicos, cuando debería ser ácida e hilarantemente negra.