Llorar por dentro.

Intensa, profunda, hasta lo más profundo de nosotros.

Hasta allí es capaz esta pequeña pero brillante joya del cine británico.

Aviso importante, SPOLIERS SPOLIERS Y SPOLIERS.

La historia comienza con una joven Cathy de 28 años recordando su infancia en el internado Hailsham, donde relata su vida entrelazada a la de sus amigos Ruth y Tommy. Ellos y sus compañeros viven en una perfecta armonía en un sitio perfecto donde los instruyen y les enseñan. Pero no obstante, los educadores guardan un terrible secreto, que la señorita Lucy les revelará, son clones destinados a donar sus órganos para el funcionamiento correcto de la sociedad. Los niños crecen y se preparan para su destino, en su espera para "cumplir" los lazos emotivos y afectivos marcarán su vida.

Bello juego de miradas, abrazos y emociones entre Cathy y Tommy, de miradas sombrías, melancólicas, tristes.

La actriz Carey Mulligan interpreta a la perfección el personaje de Cathy, demostrándonos con la mirada la esencia de su personaje, sus emociones y sus sentimientos. Andrew Garfield, con sus fracciones y manos nos presenta a un confuso Tommy capaz de llegar a sufrir por los sentimientos que posee. Keira Knightley, con su juego de expresiones a través del cuerpo nos muestra a una Ruth celosa, manipuladora y arrepentida.

Gran reparto para una gran historia. Una historia al servicio de los personajes, al servicio de los actores. Los tres son capaces de hacernos sentir a los personajes, de sacar todo de ellos.

Junto con la correcta dirección, la sombría y cuidada fotografía y la melancólica banda sonora, nos componen una fábula moral y social, un elogio a los sentimientos y las emociones.

Con un final totalmente punzante en el corazón, dejará al espectador sumido en sus propios sentimientos, replanteándose muchas cosas de las que trata la película. Directa, intensa, hasta nuestro interior. Un llorar por dentro, un agujero en nuestros sentimientos sumiéndolos en la melancolía y tristeza, una historia para sentir, sentir de verdad.