De pringados y hombres

Hay que quitarse el sombrero, cuando jóvenes (no es condición sine quan non, hay otras edades), se atreven pues a ofrecer un producto vendible (es el caso), lleno de talento (también es el caso); para intentar copar una laguna, en una industria, de un país, que antaño se jactaba no sólo de ser patria de comedia varia, sino de producirla y todo...

En la vida todo muta. La comedia del franquismo tenía su clara influencia del régimen, reconducida hacia los cánones de lo políticamente correcto, la familia y sus valores y, de vez en cuando, algún muslillo disimulado para una platea condenada a no poder pulsar el pause, porque no existía. Tan sólo un Berlanga, se permitía tirar torpedos a la línea de flotación.

Tras la muerte de Paco, uséase el dictador de marras, una nación sumida en un puritanismo reprimido, que bajo su manto de funcionalidad normal, yacían unas ganas de darle gusto al cuerpo, de decir cuatro cositas bien dichas y de ver chavalas y mozos, cuanto menos ropa puesta mejor, eso si, pidiendo perdón al cura los domingos, tras los pensamientos impuros...

El cine del destape, en todo lo ancho de su palabra, dio rienda suelta a no tener vergüenza en mostrar a los Alfredo Landa, López Vazquez, Ozores, Navarro, Esteso y Pajares y demás, a la caza de todo bicho viviente, bien fuese nacional o en su defecto, mucho mejor, suecas ávidas de no sé qué macho ibérico; igual era el lince y yo ando errado...

Sin ruborizarse por ello ¿y para qué? Ya estaban las beatas e iglesia excomulgando al personal.

La cinta de Cobeaga destila y respira de ese universo, los hombres reprimidos y ansiosos no sólo de conseguir un ligue, sino el de ser aceptado o materializar sus fantasías más inmediatas, que suelen ser en hembras inalcanzables. Eso si, con mucha más mala baba, crueldad e ironía.

Chema somos todos, da igual si se es más o menos atractivo o más ducho en las artes amatorias, en alguna ocasión hemos pagado alguna "Fanta" con vistas a conseguir "algo más". Y hete aquí, que se muestra otro rasgo francamente perturbador en la imposición de nuestro mejor "Yo", el agradable, el siempre generoso, amable y servicial, nada iracundo que acepta estoicamente cualquier vapuleo del orgullo u honor personal.

En ésa cutrez, mediocridad extrapolable al resto de personajes, donde observas que la edad no es eximente para tener los mismos complejos y aptitudes rayando lo pueril.

Situaciones comprometidas a las que uno debe salir del paso como buenamente se pueda, haciendo todo tipo de artimañas para intentar no quedar, como lo que se es desde el principio, un pringao.

Y es justamente en esas situaciones donde a veces el film adolecía, en lo forzado de algunas, propias de series norteamericanas, con el patoso de turno y sus enredos de familia; a la par que el personaje de la chica argentina que me cuesta creer que no viese venir nada desde el principio, pero que cumple holgadamente con la tesis propuesta por Cobeaga, para mostrarnos el patetismo; visto excelentemente en su cortometraje "Éramos pocos". Ése que ha mutado de generación, pero transporta la misma carga de represión.

Pagafantas es una película muy entretenida, con momentos muy logrados y estimulantes, que hacen que subrayen lo de un cine español con ganas de hacer cosas nuevas, transformando fórmulas, de la mano de unos chicos delante y detrás de las cámaras muy divertidos.