...Y tú no eres Harry Potter

Hace unos años, la industria cinematográfica hizo cuentas y descubrió que ¡sólo quedaban un par volúmenes de Harry Potter! (ahora ya sólo uno). Estaban a punto de perder la gallina de los huevos de oro que les había estado pingües beneficios durante años a intervalos regulares.

Había que encontrar una nueva supersaga que les permitiese mantener toda aquella masa de espectadores pre, post y adolescentes en sí mismos. Después de varios intentos fracasados de nombre Eragon, La brújula dorada, o Narnia -lo siento, señor C.S. Lewis- el nuevo intento son las novelas de Rick Riordan sobre "Percy Jackson", hijo de Poseidón.

Para evitar que los fans y seguidores de la saga de Hogwarts huyeran de ese giro mitológico, se ha recurrido a un antiguo director de Harry Potter (Chris Columbus), e incluso a copiar el grafismo de de estas películas en los carteles, hasta el punto de parecer una copia pirata.

Pero vayamos a la película: donde el protagonista original es un niño de 12 años con dislexia e hiperactividad, aquí tenemos a un gañán casi veinteañero que sufrir, lo que se dice sufrir, sólo sufre ser tan guay y tener un padre adoptivo bastante capullo.

Por obra del guión, nuestro presunto ídolo juvenil acaba en el "Campamento mestizo"; sí, un campamento de verano donde los semidioses (hijos de dioses, dioses, espíritus, etc. y humanos) pasan el rato jugando a griegos y troyanos.

Por obra de guión, el protagonista es acusado -porque sí, al parecer- de un crímen que no ha cometido, y se verá obligado a viajar por el mundo mitológico para probar su inocencia, salvar a su madre y capturar al culpable, para lo que contará con un compañero chistoso y una chica de armas tomar. Más la aparición de estrellas de la pantalla (Pierce Brosnan, Urma Thurman) que, vistas sus actuaciones, era o esto o grabar un anuncio de venta de coches de segunda mano.

Tras un accidentado viaje por copias de lugares mitológicos en los Estados Unidos (¿qué importa que los dioses sean griegos?), llegamos a una confrontación final bastante escasa, pero llena de efectos especiales y frases sarcásticas, eso sí, donde al final todo se resuelve, salvo la tensión romántico- sexual entre la chica y el prota ("aprende, Rowling", parece decir el guionista teledirigido por el departamento de márketing), y a esperar, a ver si tenemos PJ para unos cinco años más.

En resumidas cuentas, parafraseando a alguien: hemos leído las novelas de Harry Potter; hemos visto las películas de Harry Potter. Harry Potter, pese a sus defectos, ofrece un buen entretenimiento sin ofender la inteligencia de sus lectores ni de los espectadores. Y tú, Percy Jackson, no eres Harry Potter.

P.d: el escritor de esta crítica es más fan de la mitología griega que de HP.