Aprendiz de emociones

Russell Crowe debuta en la dirección con una historia trágica y arriesgada, amorosa y a la vez con toque clásico y lenta para algunos. Quizás no fue la película con la que debió debutar y esperarse unos años ya que el proyecto le ha venido demasiado grande con varias subtramas y mucha ambición en las historias que se cuentan. Logra ser una cinta entretenida y por momentos emocionante, rodando no lo hace mal Crowe y tiene buen pulso pero no tiene personalidad, no asume los riesgos que debería y abusa del azúcar en varios momentos. La subtrama amorosa desvirtúa el buen ritmo que lleva la película y Olga Kurylenko da bastante vergüenza ajena en su papel como suele dar de costumbre. La banda sonora cumple pero no sobresale lo que si logra sorprender es la fotografía de un Andrew Lesnie recientemente fallecido que trajo planos impresionante en la Tierra Media de Peter Jackson, por ello esta cinta la recordaré como la última del bello fotógrafo Lesnie. La puesta en escena y vestuario son sublimes para un presupuesto no tan abultado como esperaba. Crowe como protagonista logra importarme y provoca empatía en algunos fragmentos. La historia de la búsqueda de los hijos es muy impactante pero le falta la garra de gente como Spielberg que llega a emocionar únicamente con el uso de la banda sonora y las actuaciones.

En definitiva, con un montaje un pelín confuso y una actuación decente por parte de Crowe, El maestro del agua no deja de interesar en ningún momento pero no arriesga lo suficiente como para mencionarse para el recuerdo, logra entretener y a ratos emociona pero no cala en el corazón o al menos en el mío, ralla lo convencional y lo previsible en el último acto y ahí se nota la falta de riesgo.