
Dickens en la India
Sin spoilers
Si el film se tomase en serio, probablemente la nota no sería la puesta por un servidor. Pero si miramos Slumdog Millionaire, cómo un cuento de Dickens post-moderno, videoclipero y anacrónico, la nota es justa.
Cierto es, que la película es algo engañosa, que adolece hacia su tercio final de la frescura, dureza y energia de su primera mitad; pero hay algo en ésta historia de pobreza de envoltorio fatuo que engancha. ¿Será su ritmo endiablado? ¿Será su música pegadiza? ¿Será la siempre mágica, pero cruel India? ¿Será que en el fondo todos deseamos qué el chico consiga a la chica? (en éste caso una bellísima Freida Pinto).
Todo es hipérbole en este cuento del Oliver Twist de la India, al que no se le puede achacar el que denuncie constantemente, que el modo de vida en la India es nefasto. Un sistema caduco -como casi todos hoy en día-, que empuja al abismo a generaciones enteras, en una sociedad hipermasificada, dónde ciertamente el individuo no llega ni a la categoria de número. Un sistema incapaz de reciclar sino más bien de imitar -con el desastre que ello conlleva-, el modelo americano.Porque bollywood es el hollywood hipertrófico, lleno de culturista con cara de niños, metrosexuales anodinos, que son usados de fast food en la industria. Un pais en el cual queda claro que hay que hacer para sobrevivir: una infancia abocada a robar, mendigar, traficar e inclusive someterse a monstruos capaces de dejar ciego a un huérfano de 8 años para ganar más dinero.
Por eso el ejercicio es loable, puesto que su protagonista, Jamal, no es ése modelo bollywoodiense, es un joven normal, con aires famélicos, de mirada melancólica y destino incierto. Su delito: estar en el concurso de ¿quién quiere ser millonario? Y una suerte de preguntas que ha sido capaz de contestar, gracias a las experiencias de su vida, ante la incrédula policia que cree que engaña al pais entero. Cuando tan solo es un joven enamorado capaz de todo por la chica amada.
Y hete aquí la comunión con el espectador, la lucha en aras del amor de éste Forrest Gump, que ha pasado por cientos de sitios y trabajos, recorrido una nación por su Jenny particular: Latika. Un niño que se hace asímismo, en un mundo cruel con él, pero que conserva su nobleza e inocencia en cierta medida, en contrapunto de su hermano en caída libre hacia el reino de Hades.
Danny Boyle, aunque muchos digan que sus trabajos son distintos entre sí, un servidor difiere al ver en todos un mismo tipo de personajes: deshubicados, perdedores, taciturnos...todo ello acompañado de una cámara inquieta, situada en muchos momentos en sitios inverosímiles y de una música que redondea el conjunto hasta convertirlo en una suerte de videoclip con historia.Y Slumdog Millionaire no es una excepción.
Que halla ganado 4 globos de oro y 8 Oscars, no sé, si efectivamente es algo desmesurado, para éste cuento de la Cenicienta en la vida real. Pero ya se sabe que éstos certámenes, se mueven por intereses y marqueting imperante.
Lo penoso, es comprobar, que una vez pasada la borrachera de premios, a los niños protagonistas, se les ha vuelto a abandonar a su suerte en los barrios filmados, y le queda a uno la sensación de que otra vez los han vuelto a utilizar. No los han dejado ciegos físicamente, pero si espiritualmente.
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