Infantes psicópatas

En 2012, surgió de la omnipresente Blumhouse una estimable cinta de terror que agradaría a todos aquellos aficionados que le exigen un poco de talento y creatividad a las obras de este tipo de género. Tres años más tarde, Sinister ya cuenta con su primera (y no muy necesaria) secuela, con la que podemos afirmar aquello de ?segundas partes nunca fueron buenas?.

En esta ocasión, una madre divorciada y sus dos hijos mellizos se mudan a una antigua casa. Allí, uno de los dos chavales comenzará a ver a otros niños que le enseñan unas extrañas cintas en las que, cada uno, asesina a sus respectivos familiares.

Como en una gran mayoría de secuelas pertenecientes al género del terror, el ingenio de la primera entrega es sustituido impunemente por sadismo injustificado y kilolitros de sangre. Aquel villano que parecía Michael Jackson en un día de resaca sigue estando, pero queda en un segundo plano al ser eclipsado por esos niños locos compitiendo por ver quién se lleva el premio a la mejor snuff. La película no asusta, y el gore absurdo parece más propio de una obra de Brian Yuzna que de un producto de Blumhouse. En definitiva, un fracaso en toda regla de lo que, de seguir el ejemplo del film original, podría haber sido una destacable saga cinematográfica.