Posibilidades abortadas

La mezcla del todopoderoso Spielberg con el nuevo semidios Abrams prometía un resultado poco menos que memorable.

Pues no. Al final todo se queda en una manida aventura de niñatos, algunos francamente repelentes (el gordo "director" de cine y el insufrible rubiales de los petardos), metidos en un embrollo que podía haber dado mucho más de si.

Todavía está pendiente una gran película sobre el supuesto extraterrestre que capturaron los militares estadounidenses en los años 50 tras estrellarse con su nave espacial en algún desierto yanki ,y está claro que esa película no es ésta.

Aquí nos encontramos con una serie de autohomenajes (a los comienzos de Spielberg, según la leyenda, filmando con super 8 en el garaje de su casa, a su enorme E.T.) y de guiños cinéfilos (a George A. Romero, a Joe Dante).

También recuerda a Los Goonies de Richard Donner, producida igualmente por el Rey Midas, y como esta, sobre un grupo de críos metidos en una aventura que les sobrepasa. Aquellos Goonies, o yo los tengo muy sobrevalorados por verlos en mi adolescencia (de niño y adolescente te tragas con agrado prácticamente cualquier cosa), o tenían mucho más ritmo y gracia que estos precoces críos de Super 8.

La peli tiene un arranque espectacular: la escena del descarrilamiento es tan brillante que todo lo que venga después ha de ser sublime para poder mantener el nivel. Desgraciadamente no es así. Muy pronto se pierde la altura, incluso esa misma escena ya viene lastrada ¿quién puede creerse que tras accidente tan brutal quede algún superviviente, por muy profesor y muy científico y muy éticamente refulgente que se sea?. La película sigue más o menos llevadera, con bajones de ritmo, con demoras excesivas (¿porqué tarda tanto en aparecer el alienígena?), y salvo en las últimas escenas en donde el ritmo vuelve a subir en la guarida de la araña intergaláctica, la historia se reduce a un cúmulo de topicazos moraloides de esos que se les da tan bien a casi todos los guionistas estadounidenses: familias destrozadas por traumas abismales todos felizmente resueltos al final (¿lo dudaba alguien?), romance entre el niño guapo y la niña guapa enfrentados victoriosamente a todos y a todo por su amor inmortal (¿lo dudaba alguien?), gracias supuéstamente brillantes de los amigos del niño guapo (¿de verdad alguien encuentra gracioso al insufrible de los petardos?), niños indómitos enfrentados al perverso ejército (de nuevo nos acordamos de E.T.) etc, etc. Nada nuevo bajo el sol.

Otro fallo tremendo bajo mi punto de vista: ¿Por qué la criatura, además de tardar demasiado en salir a escena, se ve tan poco, siempre fragmentada y de noche?

Está claro que es algo concebido adrede, pero ¿qué sentido tiene en una película como esta, de puro entretenimiento, diseñada para reventar taquillas y embutirse de coca-cola y palomitas, ocultar tanto a la bestia?

¿Por qué se desaprovechan tanto, tantísimo, lo que pudieran haber sido las imágenes cruciales, una escena que en otras manos pudiera haber sido antológica?: Cuando por fin se muestra (de nuevo con excesiva demora) todo el metraje que la cámara filmó sola durante el descarrilamiento del tren, nos encontramos únicamente con la borrosa visión fugaz de unas tristes patas. Si de verdad se quería asustar al personal con el bicho (perdón, con ese ser perteneciente a una civilización más avanzada) ahí había una oportunidad inigualable.

Todo esto puede ser un homenaje a las películas de serie B o Z americanas, pero no creo que beneficie en nada a una superproducción en la que los espectadores buscan grandiosos efectos especiales (yo al menos los buscaba).

Y siguiendo con la criatura en cuestión. Tras ver su madriguera y sus métodos más bien primitivos, ¿seguro que esa medio araña zumbada pertenece a una civilización mucho más avanzada que la nuestra?

En fin, al menos todo acaba felizmente con un final que si el mismo Spielberg no estuviera por medio, él mismo hubiera demandado por plagio a J.J. Abrams

Y lo mejor, aparte del tren del inicio. Que nadie se levante de la butaca hasta que no terminen los títulos de crédito. La películita super 8 del final es casi lo mejor.