Suspiria
2018
7,3
Suspiria

La ideología de las brujas

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Crítica de 'Suspiria'

De JaviParra

07 Jan 2019

7,0

Sin spoilers

Tomando como base de fondo la idea que planteaba Dario Argento en su 'Suspiria' de 1977, cuarenta años después llega la visión con la que Luca Guadagnino pretende traer acercar el clásico a las masas, pese a que su verdadera intención únicamente parezca ser la de aprovecharse de un título de renombre para dar luz a su propia versión de uno de los films que mejor supieron dejar claro su espíritu como obra enmarcada dentro del subgénero de la brujería.

Es ahí donde radica la principal diferencia con la obra de la que parte esta nueva 'Suspiria', queriendo salvar las distancias con la original. Si en aquella, la historia nos trasladaba al Friburgo de 1977, ahora el guionista David nos transporta a un Berlín dividido por el Muro y en el que el auge del terrorismo y el desesperanzador ambiente político sirven como elemento principal en el que enmarcar una trama que jugará en la liga de la doble lectura, pues por descabellado que parezca, la lectura que Guadagnino hace del film original tiene mucho más que ver con la secesión y los patrones que marcan las ideologías, que con el aquelarre de brujas que se plasma desde el primero momento de forma absolutamente explícita.

Pese a que esa sensación de desasosiego dictada por la incertidumbre política pueda parecer impostada, a través de lo que reflejan los titulares de prensa, las noticias de la televisión y lo que dicen en los noticiarios radiofónicos, podemos hacer una comparativa en paralelo con lo que en realidad quiere venir a contarnos 'Suspiria': una historia sobre el empoderamiento femenino en la que el elemento sobrenatural queda reflejado cual visión de poder y libertad, tanto narrativa como estilística.

Esa apuesta por convertir el film en una idea totalmente feminista no solo tiene como base el hecho de que todas las protagonistas principales sean mujeres, incluyendo lo que muchos podrían entender como un delirio a la hora de descubrir que el único personaje masculino con relevancia para la trama, el del Dr. Josef Klemperer, esté interpretado por una Tilda Swinton caracterizada para la ocasión, quien para más inri interpretará también a la nueva Helena Markos. Así, la actriz se convierte en la cara y la cruz de una ideología que, dentro de la academia de baile a la que acaba de llegar Susie Bannion (Dakota Johnson recogiendo el testigo de Jessica Harper), está viendo como la escisión ha tomado la misma relevancia con la que los rebeldes están tomando las calles de Berlín.

Pese a que ambos títulos, tanto el original como este, se adentren en el mundo de la danza, lo que en el título de Argento parecía servir como mera excusa para desarrollar una historia de terror en la que el elemento sobrenatural se iría desvelando conforme avanzase la trama, en el de Guadagnino este aparece desde el primer momento, y estará presente a lo largo de sus seis actos de forma intermitente. Sin embargo, lo que aquí viene a tomar fuerza no es solo esa visión del empoderamiento de la mujer, la cual viene a ser la tesis central de la película, sino que el baile pasa a ser uno de los elementos primordiales, presentando la danza cual forma ancestral con la que conectar con una entidad primigenia y cuasi cósmica: la Mater Suspiriorum.

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