
Perderse en el discurso
Sin spoilers
Me aproximo a 'The End of the Tour' con curiosidad por querer conocer pasajes de la vida del malogrado escritor estadounidense David Foster Wallace, responsable de uno de los libros más aplaudidos de los años 90, 'La broma infinita'. Lo que me encuentro es una película interesante y nada morbosa. Es bastante fácil jugar con el suicidio de Wallace, pero el tema es tratado casi pasando de puntillas y con elegancia.
El principal problema de esta película es que se centra demasiado en un momento concreto, un momento que sirve como descubrimiento de un personaje pero que no lo explota demasiado. Si en algún momento la dirección a cargo de James Ponsoldt intenta hacernos partícipes de las obsesiones de Wallace, no lo consigue. Además, las escenas nos traen conversaciones interesantes, pero a veces demasiado extendidas. La película se pierde en el discurso.
Jason Segel, eso sí, se mete en la piel de Wallace a la perfección, brindando una de sus mejores actuaciones. El problema ya viene con Jesse Eisenberg. No sé si solo me pasa a mí, pero ya no me creo la pose de Eisenberg. Demasiado impostada, demasiado poco creíble.
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