
Espejo de dos caras
Sin spoilers
Con 'Spotlight' el ejercicio periodístico en su estado más puro ha vuelto a la primera plana. Al mismo tiempo, 'The End of the Tour' nos muestra un relato más fascinante sin perder la intimidad de una road movie. Obviamente el descubrimiento de una epidemia de curas que abusaban de niños en Boston tiene una mayor trascendencia que los días que pasó el periodista David Lipsky con el mítico escritor David Foster Wallace, pero mientras que la adaptación de la primera historia resulta más una novela visual, la segunda se convierte en un gran duelo interpretativo, con un guión extraordinario y un mensaje melancólico que no deberían caer en el olvido.
James Ponsoldt ya dejó buena muestra en 'The Spectacular Now' de que sabe que el cine, como todo arte, fluye a partir de las emociones. Y en 'The End of the Tour' vuelve a lograr que su pareja protagonista se dé lecciones de vida mientras que el público las recibe como balas. En este caso resulta muy interesante la dicotomía entre el más sincero interés periodístico que siente Lipsky hacia la figura de Wallace -también cargado de envidia por sus aspiraciones como literato trascendente- y el sensacionalismo que trata de ahogar a este campo de trabajo desde hace más de un siglo. Ambos aspectos enfrentados y captados por el libreto y por el buen manejo de la narración por parte de Ponsoldt, que no pierde de vista a ninguno de sus dos personajes, acertando al dar mayor protagonismo a Jesse Eisenberg para que no se disipe el aura de misterio alrededor de la figura del creador de 'La broma infinita'.
La revelación de la película es Jason Segel. Acostumbrados a verle como el bonachón secundario encargado de animar el ambiente, aquí su retrato de David Foster Wallace es tan cautivador como frágil. La desmitificación de una de las mentes más brillantes de la literatura norteamericana del siglo XX, al mismo tiempo que se cuestiona la valía del legendario sueño americano. Los elaborados diálogos entre ambos personajes construyen una relación con unos límites marcados por los objetivos de cada uno, pero que no por ello deja de desprender un sentimiento de esperanza en ser uno mismo y aprender de aquello que nos rodea sin juzgar prematuramente.
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