
Un nuevo homenaje a los viajeros de la Tierra Media
Sin spoilers
Antes de analizar brevemente El Hobbit, debo explicar lo que esta saga literaria y su adaptación cinematográfica significan para mí.
Soy un amante fanático de la mitología de la Tierra Media creada por J.R.R.Tolkien. Comencé mi andadura por este mundo tras ver, siendo yo pequeño, La Comunidad del Anillo en cines. Me enamoré de los personajes, las leyendas, las batallas y la magia de ese universo, y conocí las raices de esa experiencia cinematográfica, los libros. Desde entonces, fascinado a partes iguales por las narraciones y la imaginación de Tolkien y la espectacularidad y belleza de sus versiones fílmicas, no dejé de interesarme nunca por la Tierra de Elfos, Hombres, Enanos, Hobbits y demás criaturas, y llegué a querer considerarme un erudito de ese Legendarium. Con el tiempo he descubierto que esa mitología es tan inmensa, que difícilmente tenga la capacidad de hacerme experto en ella como para recordar cada nombre, hecho y lengua. No por esa razón, cada vez que leo sus pasajes o miro pasmado sus escenas cinematográficas, disfruto menos.
Al fin, tras ver plasmado en el cine los tres libros con los que Tolkien ponía punto y (quizás a parte) a varios miles de años de una historia creada por él, llega a las pantallas la predecesora de esas épicas películas. Una no tan trascendental o grandilocuente, pero sí igual de especial. Y ante este evento no puedo definirme sino como un niño al que le intentan mostrar cosas que ha imaginado y con las que ha soñado. El Hobbit por fin se hace realidad. Las palabras se convierten en imágenes. Y Peter Jackson refleja en una pantalla un mundo que alguna vez pensamos que era imposible de representar. Su esfuerzo se convierte en éxito, su nueva película en una obra maestra de aventuras que será recordada.
Una frase que puede ayudar a apreciar El Hobbit en toda su plenitud es: "Esto NO es el Señor de los Anillos". Y si somos fans de la trilogía, entrar en la sala sabiendo eso es lo mejor que podemos hacer.
Un Viaje Inesperado cuenta una historia mucho más pequeña, también épica, pero que no tendrá la repercusión en ese mundo fantástico que tuvo (o tendrá, depende como se mire) la Guerra del Anillo. Peter Jackson, no obstante, es capaz de crear emotividad de un argumento no tan pretencioso, y al fin y al cabo son esos personajes, esos sentimientos "humanos", los que harán que esta película permanezca en nuestra memoria. No se conquista los corazones de la gente sólo con batallas y CGI frío y esteril, y eso es algo que ESDLA supo demostrar, y que El Hobbit sabe reafirmar.
Puede ser cierto que los primeros 30-40 minutos del film pueden hacerse un poco lentos para ciertos espectadores, pero para otros fans (y entro en lo personal) cada plano de la Tierra Media es tan especial que el tiempo pasa como acelerado. Así que esto es algo bastante subjetivo que le ocurrirá a algunos y a otros no.
Los sucesos que dan lugar después alternan modificaciones de la novela y detalles añadidos que -conjugados con los hechos originales- nos mantienen pegados a la butaca, maravillados. En mi opinión, es muy acertada la inclusión de la subtrama del Nigromante, ya que adecúa el camino para poder desarrollarla de mejor forma en las dos películas restantes y en el colofón visto en ESDLA.
Las escenas finales, sin querer contar mucho sobre ellas ya que no es necesario, son pura magia. Un deleite que -quiero creer- sólo Jackson y otros pocos genios habrían sido capaces de mostrarnos. Un clímax emocionante a más no poder, centrándonos como siempre en las decisiones y sentimientos de nuestros personajes; y una perfectísima transición hacia la siguiente película que deja con un sabor de boca inmejorable.
Casi tres horas en definitiva que a un servidor se le han pasado volando.
Son, sobre todo, pequeños guiños a la anterior trilogía u objetos o personas con relevancia en ESDLA los que son capaces también de sonsacar una lagrimilla por los buenos tiempos vividos hace 10 años. Además de esas otras menciones a detalles de El Silmarillion que los fans agradecemos.
Técnicamente, la brillantez. Los efectos digitales son difícilmente superables a estas alturas del cuento (nunca mejor dicho). Su perfección varía en el elemento que se ha creado con ellos, pero en mi opinión hemos llegado a un punto en el que -gracias a la captura de movimiento- las formas humanoides rallan la hiperrealidad y los animales o paisajes están a un 1% más alejados del 100% de realismo total que los anteriormente citados. Aún estoy por averiguar si esos trasgos o ese orco blanco son digitales en verdad, o si ese Gollum no es un escuálido al que han disfrazado. Increíble. El uso de la luz también es sobresaliente, muchas veces gracias al CGI, y otras gracias a los preciosos y majestuosos paisajes de Nueva Zelanda que una vez más Jackson nos ha hecho el favor de explotar al máximo. De nuevo repito, para destacar la realización de Peter, que su forma de plasmar la historia es exquisita, sabiendo rodar la acción y a la vez mostrándonos los más pequeños detalles y pensamientos de los protagonistas.
La música, como siempre del maestro Howard Shore, es alucinante. Quizás peca muy pocas veces de repetitiva, pero no se le puede negar la belleza, y por lo tanto se le perdona a Shore estos pequeñísimos baches.
Para finalizar, los actores. De ellos no tengo mucho que decir porque todos ocupan su lugar con majestría, destacando a Ian Mckellen, Martin Freeman (soberbios) y a Andy Serkis, así como los enanos con más protagonismo o los veteranos Cate Blanchett, Christopher Lee, o Hugo Weaving. Fantásticos como siempre.
Y por el momento eso es todo lo que se me ocurre decir, porque lo demás va más allá de las palabras. Son sensaciones, sueños de la Tierra Media imposibles de explicar. Esa mitología, ese Legendarium de Tolkien nos ha absorvido por completo llegando a quererlo, y este fantástico equipo capitaneado por Peter Jackson ha sabido -de nuevo- honrar ese cariño con una fantástica película.
Críticas de los usuarios