
Daldry el lector
Sin spoilers
Daldry se gusta sin más. Le gusta el tempo lento, cómo nos mostraba en Las Horas y menos en Billy Elliot. Daldry es una suerte de David Mamet, salvando las distancias. Ambós directores de escena teatral. Ambós interesados en los pozos oscuros de las personas, decantándose del lado de Mamet más mala baba, oscuridad y agrado por mentirnos, como en: El cartero siempre llama dos veces o la más reciente, Edmond. Daldry no vapulea tanto a sus personajes, aunque los marque de por vida.
Daldry, es el verdadero lector. Y le lee a usted y a mi: "los espectadores". Y lo hace a su ritmo. La primera mitad de la película -un film por cierto que uno llega a creer que puede tener varios finales-, es la parte más atractiva, sin menospreciar el giro de la historia. Un primer tercio cargado de sensualidad, gracias a unos desnudos creíbles, unas escenas de cama tiernas y unos actores desprovistos de vergüenza frente a la cámara, con especial mención al debutante David Kross, que no se aminala frente a Kate Winslet, a la cual aguanta el tipo. Véase la escena en que ella lo baña con una esponja de pie en la bañera. El espectador siente la fuerza con la que esta pareja de edades distintas se enamoran durante ese verano, que marcará sus vidas para siempre, en especial a Berg, el cual derivará en un cobarde y taciturno Ralph Fiennes. Un actor que últimamente interpreta a todos sus personajes igual: una suerte de marido frustrado, sufriente, condenado al ostracismo.
La segunda mitad ahonda en la madurez de él; en la lacra socio-política de la Alemania post segunda guerra mundial, que buscaba desesperadamente chivos expiatorios con los que resarcirse ante el mundo. Vemos a una Hanna (Kate Winslet),que afronta con una dignidad e ideales su "ignorancia", antes que verse abocada a la vergüenza social. En éste término, la película, muestra una de las secuencias más bellas del metraje, con un Ralph Fiennes -el Berg adulto-haciéndole un regalo a su antiguo amor, semana tras semana.
Destacar a Kate Winslet, la facilidad y versatilidad, de una actriz, que con tan solo 33 años, es con diferencia una de las mejores de su generación. Al ya mencionado debutante David Kross y al Daldry con ganas de contar historias humanas. En su contra juegan, un maquillaje final pésimo, y una música que no acaba de encajar en algunas secuencias. Y puede agotar al espectador menos paciente.
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