El dinero es la vida

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Crítica de 'El lobo de Wall Street'

De Aitz

18 Jan 2014

8,8

Sin spoilers

Recuerdo cuando se anunció este proyecto y todos imaginamos una película de intrigas financieras de estilo serio, moderado y riguroso. Lo que nos ha regalado Martin Scorsese -ya lo intuimos con su primer trailer- ha sido todo lo contrario: una comedia gamberra que, aunque abusa de algunas exageraciones cinemáticas para hacer reir y mostrar la historia de una forma más paródica y satírica, tristemente no debe alejarse mucho de lo que sucedió en realidad.

Sexo, drogas y dinero, cuesta abajo y sin frenos. Por estos excesos y la poca vergüenza para mostrarlo todo sin tapujos ha sido fuertemente criticada The Wolf of Wall Street en Estados Unidos. Muchos preguntándose cómo su director se ha atrevido a atentar tan descaradamente contra la decencia. Pero de un país de fundamentalistas religiosos e hipocresías morales no podíamos esperarnos otra cosa. El sexo, las drogas, y el deseo enfermizo de dinero de sus protagonistas es el eje sobre el que giran y la vaselina que lubrica la historia para que se deslice bien, es el todo. Y que la película sea tan descarada para representarlos es lo que la hace tan efectiva y tan divertida. Estamos hablando de entresijos económicos en un mundo que a la mayoría no nos interesa entender, y Martin y el guionista no sólo lo saben sino que hacen que su Jordan Belfort lo clame a cámara. Los detalles no importan. A quién le importa cómo funciona el mercado bursátil. Divirtámonos, desmadrémonos.

He leído recientemente que Martin Scorsese es uno de los directores más modernos que hay a día de hoy, y no podría estar más de acuerdo. Martin, que ya tiene sus años -digamos que no es un jovenzuelo-, desprende más garra que cualquier otro compañero de profesión al que le doble la edad, y su talento se muestra siempre electrizante, novedoso, vibrante. Tan vibrante, que da igual la historia que le pongas delante (si él la escoge, será buena claro...), plasmará su punto de vista en la pantalla y hará que no nos demos cuenta de que las escenas se suceden una tras otra. Es uno de esos directores con huella propia en cada secuencia y eso me encanta. En El Lobo de Wall Street cada escena que rueda es interesante, y estoy convencido de que más allá del excelente guión, es su mano la que crea un resultado entretenido, despojado de miedo a enseñar y a ofender, y con un ritmo tan acelerado y constante.

Este genio se juntó con otro genio, Leonardo DiCaprio, y desde entonces nos han regalado obras maestras juntos. El Lobo de Wall Street es una más, y francamente, ahora ya no imagino a Jordan Belfort, un personaje tan cambiante y carismático, interpretado por otro que no sea DiCaprio. DiCaprio es un monstruo de la interpretación, tiene una larga carrera y nos ha ofrecido personajes muy dispares. Desde aquellos más comerciales que aún arrastra mientras intenta quitárselos de encima, hasta los mismos que ha relizado bajo las órdenes de Scorsese que le han valido nominaciones al Oscar. Quienes digan que le tenían calado en ese esfuerzo por fruncir el entrecejo y ponerse serio, tendrán que cerrar el pico con sus últimos trabajos y sobre todo con este que trato aquí. Belfort muestra una evolución tremenda hacia la decadencia y la autodestrucción a lo largo del film, y DiCaprio se enfrenta a sus facetas de drogadicto, juerguista, genio de las finanzas, estafador, padre de familia, joven soñador, hombre trastornado... Un sinfín de matices en un sólo film, y todos brillantes. Si no le dan el Oscar este año... no sé qué más tendrá que hacer.

Y a su lado sorprende Jonah Hill, al que yo personalmente tenía bastante tirria, pero que ha demostrado, incluso siendo ésta una comedia gamberra al fin y al cabo, que sus posibilidades van mucho más allá de hacer chorradas (sí, aquí también las hace...).

Leo es el pilar de una historia que podría pasar por exaltación de los derroches de este gran timador, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, toda la película es una gran sátira al modo de vida de estos personajes, a la depravación moral a la que se puede llegar por dinero, y de cómo podemos perder el norte fácilmente si damos tanto valor a los billetitos verdes. En ningún momento se critica, pero no hace falta decir nada, sólo mostrar, para que cada uno saque sus propias conclusiones. Todos desearíamos ser Jordan Belfort, ¿quién no? ¿O preferiríamos seguir siendo buenas personas? ¿De verdad distinguiríamos qué es ser buena persona rodeados de opulencia? ¿Elegiríamos los valores antes que los yates, las mansiones y las juergas? El mundo del dinero está lleno de gente sin escrúpulos que vive en islotes mentales de bienestar y riqueza, sin empatía por lo ajeno ni interés por quien no te va a regalar su dinero. Es un mundo lleno de lobos que no dejan en muy buen lugar los principios humanos, corrompidos por un objeto con un valor imaginario, el dinero. La nada es dinero, el dinero es la vida, y la vida es nada. Es la perdición de aquellos que se vean atrapados por él, fue la perdición de Jordan Belfort y es la perdición de casi todos nosotros.

El Lobo de Wall Street, la nueva maravilla de Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio, es una comedia en muchas ocasiones desternillante que en algunos momentos encuentra pequeños huecos para el drama blando, pero que es sobre todo un entretenimiento de primera calidad, con un guión extraordinario y una gran agilidad visual y argumental. No se cree tan importante para criticar, pero juega desvergonzada a incluirnos en los excesos y golpearnos con la decadencia moral de sus personajes y del mundo financiero. Si tienes la cabeza bien amueblada, es imposible que no veas lo locos que el dinero es capaz de volvernos. Fuck you Martin & Leo! Lo habéis hecho otra vez.

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