De nostalgia y conformismo

Sin ser yo el mayor fan del universo Star Wars, siempre gustándome todo de forma comedida, reconozco que esta era la serie a la que más ganas tenía más que nada porque Obi Wan era mi personaje favorito y ?La venganza de los Sith? mi película favorita, por lo cual ver un reencuentro 17 años después era un acontecimiento a nivel cinematográfico.

Claro, las expectativas siempre juegan malas pasadas y eso que apenas vi el primer trailer y poco mas, sin datos, sin referencia que me pueda condicionar vi los dos primeros episodios y aunque me dejaron algo fríos podía entender el tormento del personaje principal tras la pérdida de la amistad y tragedia que se narró en el 2005 y eso se plasma bien en el tema de la banda sonora para el personaje que ha compuesto John Williams.

A nivel visual tiene varios aciertos pero tiene el tono grisáceo que últimamente le están imprimiendo a los productos Disney y que carecía de la luminosidad y colorido de las películas de Lucas (al menos esas cosas las hacía bien George) y Ewan Mcgregor está bastante entregado al personaje al igual que Christensen (aunque sus expresiones faciales se vean na y menos).

Voy a ser breve y no estirarme como la miniserie que perfectamente podría haber sido una película de 2 horas y media si quitas varias reiteraciones, simplificas algunas subtramas y manejas mejor las elipsis y escenas de acción pero eso es un trabajazo de planificación y la elección en dirección habría sido clave como si lo fue en las de ?Mandalorian? e incluso en la al principio irregular ?El libro de Boba Fett?.

Debora Chow es impersonal, trabaja al servicio del guion y precisamente no es lo más fino de la serie, dejando algunos matices interesantes pero bastantes agujeros, deus ex machina, diálogos cuestionables y persecuciones y escenas de acción tremendamente horribles, mareantes y anticlimáticas tanto en los cortes como en la composición de planos resultando carentes de emoción.

Claro, a esto se le suma un fandom que llevaba mas de 15 años esperando esto, que acaba produciéndole una sobredosis de nostalgia que con solo ver a ciertos personajes en pantalla se les cae la baba, el problema es que no se respetan los parámetros cinematográficos, algunas escenas resultan insultantes y las conveniencias de guion y falta de profundidad a nivel psicológico (que tampoco es que hubiera mucha antes pero algo había) acaba resultando un producto genérico, conformista tanto por parte de varios espectadores como por parte del equipo, que parece más centrado en Mandalorian que ha sido la gallina de los huevos de oro.

Menos mal que en el último episodio llega la emoción, el trabajo elaborado, el respeto musical a las obras de Williams ya que Holt ha bajado el listón tras su tremendo trabajo en ?Loki? y es que tras haber estropeado escenas que podrían haber sido emocionantes y épicas lo han logrado todo al final, como el examen de recuperación de junio del adolescente que no se ha esforzado lo suficiente y en apenas 15 días lo logra por los pelos.

Una pena que de poder ser la mejor serie de Star Wars haya resultado la peor especialmente en términos de dirección y banda sonora, a nivel técnico no suelo entrar porque es algo que el dinero de Disney cumple. Quizá en una hipotética segunda temporada no se conformen con la nostalgia, con flashbacks y retrotraernos al pasado y aporten mayor riesgo, personalidad y emoción a algo que lo merece porque potencial había. Un cambio de dirección quizá contando con Jon Favreau, Bryce Dallas Howard y Dave Filoni darían el cambio necesario y coherente con el universo que están ampliando.

Ya que amplias, aporta, ya que quieres contar algo que tape agujeros entre el episodio III y IV, hazlo de manera natural, no forzada, no dependiente de lo que el espectador espera y mucho mejor no estirar el chicle para ganar mas suscriptores que es lo que está buscando Disney actualmente ya que cada vez confía menos en los espectadores de las salas.

En definitiva, una serie funcional, entretenida y a ratos interesante pero quitando el último episodio se queda en algo genérico, poco arriesgado e impersonal que deleitará a muchos por volver a comer ese trozo de la pizza de la marca que siempre compramos, pero los que queremos un segundo plato o un postre se queda con una sensación de deja vu y de marca blanca que es difícil tragarlo.

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